antipatriarcales, antifascistas, antiimperialistas

antipatriarcales, antifascistas, antiimperialistas

buscar

Síguenos en Twitter:

Insurrectasypunto es integrante de

Apostasía Colectiva en Argentina

Venezuela: Línea Aborto

Información Segura

Telef: 0426 - 1169496

 

Navidad Imprimir E-mail
Sábado, 27 de Diciembre de 2008 05:07

Florence Thomas* en Diario El Tiempo

Pese a mi agnosticismo enconado, fruto de mis convicciones racionales, cartesianas y feministas, me gusta entrar a las iglesias.

Ya lo he dicho un par de veces: la Navidad no me inspira mucho. Me hace sonreír esta fiesta asociada con el invierno, sus pinos cubiertos de nieve y los renos de Santa Claus bajo el sol de los trópicos; no entiendo este frenesí de compras  compulsivas, y en cuanto a las novenas de aguinaldos, confieso que, desde que mis hijos crecieron, no he vuelto a asistir a ninguna, o sea que hace mucho tiempo.

No me malinterpreten: lo que acabo de expresar significa simplemente que me he vuelto refractaria a viejos ritos que poco a poco perdieron su sentido sagrado, pero que se mantienen por su fuerte relación con el consumo. Y, sin embargo, más allá del 24 o 25 de diciembre y a pesar de no comulgar más con una

Iglesia demasiado patriarcal, misógina y dogmática, me gusta entrar en sus templos y encontrar ese silencio espiritual que tanta falta nos hace en estos tiempos de trabajo compulsivo y de poco tiempo para los demás. Sí, me gustan las iglesias, cuyo olor me recuerda los domingos de mi infancia.

Siempre presto atención a los frescos y representaciones de lo sagrado, que nos ratifican la tenacidad de una ideología que ya cumple 2.000 años  casi sin vacilar, una ideología llamada religión, que debía ofrecernos una nueva manera de vivir el amor, ya no el eros platónico, que se traducía por el amor del amor, sino un amor absoluto del otro que, desafortunadamente, a lo largo de los siglos, se extravió en el camino y prefirió los atajos del poder y una extraña desconfianza casi perversa hacia las mujeres. Y si bien me gustan las iglesias como refugio para el diálogo interior y la confrontación con el sí mismo, yo nunca me detengo ante la representación de la virgen María.

Es una imagen de la feminidad que ha provocado demasiados estragos al cimentar una cultura patriarcal-maternalista que necesitaba esa madre abnegada y silenciosa para sobrevivir y que, por intermedio de una insólita inmaculada concepción, se inventó una madre virgen. ¿Qué más podían pedir los patriarcas de la Iglesia a las mujeres? Prefiero mil veces a Eva que a María, por desobediente, rebelde, transgresora y, al fin de cuentas, libre, por haber escogido el camino de la sabiduría al morder la manzana del árbol del saber.     

O a María de Magdala, llamada María Magdalena, esa amiga tan insistente y tan fiel de Jesús que, feliz, compartía la palabra evangélica mientras su hermana Martha se concentraba en las tareas domésticas. De hecho, la actitud de Jesús hacia las mujeres no reflejó en nada la misoginia de los redactores del Antiguo Testamento, misoginia que sigue constante en la jerarquía de la Iglesia.

Y, sin embargo, cada vez que entro en una iglesia, es esta la imagen que busco, la imagen de un hombre llamado Jesús, quien amaba profundamente la compañía de las mujeres, dialogaba con ellas y perdonó a la mujer adúltera, hechos todos insólitos tanto para el mundo romano como para el mundo de los patriarcas judíos.

Más de una vez, como mujer separada y lejos de mi tierra natal, he pasado el 24 de diciembre sola, feliz y sin tristeza, mientras mis hijos compartían con la familia de su padre. Porque, para mí, cualquier noche puede ser nochebuena. Solo se necesitan algo de silencio y serenidad para buscar una paz interior, a menudo tan escasa en este país demasiado convulsionado.

Además, como Mauricio Pombo (ordenando viejos recortes de periódicos, volví a encontrar una de sus columnas llamada 'Noche de Paz'), detesto los buñuelos con sabor a arena, la natilla, pura maizena dulzona, y los villancicos que, como lo dice mi colega de columna,  son una prueba de los límites que tiene la democracia.

* Feminista franco-colombiana, coordinadora del grupo Mujer y Sociedad

 


 

Última actualización el Sábado, 27 de Diciembre de 2008 05:19
 
Joomla 1.5 Templates by Joomlashack