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El revés de los derechos Imprimir E-mail
Martes, 16 de Marzo de 2010 02:52

Soledad Vallejos / Página 12

Hablan de los “derechos humanos” de los no nacidos. Dicen que un “grupo de tareas” acaba de cometer un “homicidio prenatal” en Chubut. Y que el aborto es un crimen “de lesa humanidad”. Cómo los fundamentalistas católicos se apropian del discurso de los derechos humanos.

Lleva años intentando apropiarse del discurso sobre derechos humanos y derechos de las minorías en todo el mundo, y ahora parece haber encontrado la modulación adecuada para la Argentina. El fundamentalismo católico más reaccionario descubrió la veta de asociar las transformaciones sociales que le disgustan a figuras siniestras de la dictadura militar: el robo de bebés, los secuestros en los hogares, las torturas, y los delitos de lesa humanidad. Para referirse al derecho legal de una adolescente violada a abortar el producto de la violación hablan de “una fuerza de tareas” que “va a matar a un bebé”.
Para denostar el matrimonio entre personas del mismo sexo, alegan los derechos humanos de niños y niñas a tener padre y madre. Para intentar obturar el debate sobre la despenalización del aborto, equiparan la intervención médica para interrumpir embarazos con el robo de bebés. En estos días finales del verano, el polen satura el aire y las “alertas” de aliados del Opus Dei, los sites de Internet. No es para menos, abundan los cataclismos: en el Congreso se vuelven a debatir derechos civiles para todas y todos, tres jueces de Chubut garantizaron el derecho al aborto a la joven A. G., y las catástrofes naturales irrumpen en distintos puntos del planeta.
Los fundamentalistas argentinos no tienen respiro, porque para más inri todo esto sucede a lo largo de un mes agitado para la derechísima como suele ser marzo: el 25 es el “Día del niño por nacer” (el legado menemista que se celebra con “Un rosario por la Vida”), el 27 se realiza la segunda “Fiesta de la Vida”, y el 31 se realizará la cuarta “Marcha de los escarpines”, todo a sólo unos días de que se cumplieran los 60 años del Opus Dei en Argentina (el aniversario fue el viernes 12), que según el presbítero Patricio Olmos está presente “en más de 40 ciudades de todo el país, donde cuenta con unos 5000 miembros de las más variadas profesiones y procedencias sociales”. El Bicentenario se les viene difícil, como recuerda una de las pequeñas instituciones del rubro, y por eso otro de los grupúsculos (bendecido con la adhesión de la senadora Liliana Negre de Alonso) arenga en este momento candente: “Si creés en la dignidad de la Persona Humana desde el momento de la Fecundación hasta su fin Natural y en la Familia fundada en el Matrimonio entre un Hombre y una Mujer, Demostralo Públicamente” (todas las mayúsculas corresponden al original).

El teléfono descompuesto

Cuando el Supremo Tribunal de Justicia de Chubut permitió que la adolescente A. G., embarazada tras haber sido violada por su padrastro, accediera al aborto legal, la derecha reaccionaria católica vio el derrumbe de semanas de alertas. La “organización Pro-Vida”, el organismo que centraliza las acciones de prensa y agitación del Opus Dei en distintos países y cuenta con locales de cada lugar que pisa, se apresuró a emitir un comunicado, dado a conocer por la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA). “Los jueces (...) acaban de ‘autorizar’ que se mate un bebé en gestación, de casi cinco meses, mediante el procedimiento del aborto”, rezaba, antes de afirmar lo impensable: “para lograr ese resultado, actuaron como ‘fuerza de tareas’ el gobierno nacional a través del Inadi, el Consejo Nacional de la Mujer, el Ministerio de Salud y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación (N. de la R.: todas instituciones que respaldaron el pedido de la joven), sumado ello al aplauso público del gobernador Mario Das Neves”.
Los apoyos que había concitado la demanda desesperada de la adolescente obedecían a “la presión internacional del Nuevo Orden que necesita liberalizar el aborto a petición”, sostenía la organización recurriendo a un giro clásico de estos argumentos, para introducir otra novedosa variante local: la niña “supuestamente violada” lo habría sido porque previamente había quedado “abandonada por todos los que ahora se coaligan para matar a su hijo”. “Es curioso que quienes tanto hablan de ‘derechos humanos’ nieguen el primer derecho humano, que es del derecho a la vida.”
La equiparación de un feto en gestación con un bebé (cuando no un niño) no es nueva; la equiparación de los poderes del Estado con grupos paramilitares conocidos por secuestrar, torturar y asesinar ciudadanas y ciudadanos, en cambio, es fresquita.
Pero la caridad cristiana no parece un don de la reacción conservadora. Una señora Olga Muñoz, presidenta de Familias del mundo Unidas para la Paz (Fampaz), el baluarte de la red local del Opus Dei que organiza la “Marcha de los Escarpines”, lo demostró en otro comunicado: “Qué ejemplo deja la Justicia (...) según los medios de comunicación, la violación es producida por el concubino de la madre, ¿cuánto tardaría en violarla nuevamente?”.

El sueño de la marcha propia

La Marcha de los Escarpines, correlato tardío del tradicional y paquete “Un rosario por la Vida” (se celebra, como siempre, en la Parroquia Nuestra Señora del Pilar, velando por la “ley natural”, que “sabemos que es Sagrada”), será el miércoles 31, frente al Congreso. Es su cuarta edición, y los materiales para darla a conocer y participar se distribuyen serenamente por internet. Si los videos de encuentros anteriores despiertan entusiasmo, es posible bajarse el cancionero para este año (en que, a fuerza de realidad, el lema debió ampliarse a “Por la Vida y la Familia”), y allí dar con la letra de “Derecho torcido”. “No hay dogmatismos en nuestro pensar”, se atajan, entre críticas al derecho a elegir que preceden una estrofa memorable: “Hoy y ayer es lo mismo/ Si ayer robaban bebés/ Y hoy los matan en el vientre/ Cuál es la diferencia/ Díganos presidente”. El mismo tema afirma que “el aborto legal/ es un crimen de Estado/ un crimen de lesa humanidad (...) los derechos humanos comienzan en el vientre”.
Esta aplicación de la lesa humanidad puede rastrearse, también, hasta la Defensoría de la Vida Humana Asociación Civil. La ONG (que se sirve de la fachada del Premio Rosa Parks para avanzar en ámbitos públicos) tiene debilidad por presentar amicus curiae “para tratar de evitar homicidios prenatales” y velar por la salud “sicológica” del feto. Se define como “un grupo de abogados, médicos, psicólogos, asistentes sociales, profesionales de diversas disciplinas, estudiantes, empleados y obreros comprometidos con una visión actualizada, progresista y abarcativa de los derechos humanos, según los nuevos paradigmas del siglo XXI”.
Para calentar motores, AICA, Fampaz, la senadora Liliana Negre de Alonso y el Foro de la Vida y la Familia (que ofrece online el informe “Ideología de Género: ¿quién es Pedro Zerolo?”, sobre el activista LGBT español), entre otros, están convocando a la Fiesta de la Vida. Prometen la “participación de colectividades, grupos musicales y actividades” para la caminata entre la plaza Congreso y la Miserere. Entre los organizadores, también se encuentra al Movimiento Familiar Cristiano (MFC), una diminuta y bien relacionada institución que a veces se escuda tras la fachada de la inexistente Asociación Profamilia, en cuyo nombre actúa Pedro Javier María Andereggen, el abogado conocido por pedir la clausura de la exposición de León Ferrari en 2004 y la suspensión del primer intento de matrimonio entre varones en Argentina.
El MFC y Profamilia comparten domicilio (una casa en Humberto Primo al 600), que casualmente no queda lejos de la oficina que Andereggen reconoce como estudio: el primer piso de la Galería de la Inmaculada Concepción, el ex cine Cecil de Defensa al 800, reducto de anticuarios de San Telmo. El MFC, por otra parte, sostiene con miras “hacia la Argentina del Bicentenario”, que “la familia conformada por la unión del hombre y la mujer es la base de toda sociedad estable”. Por eso “los niños tienen derecho de tener una mamá y un papá, para su sano desarrollo integral como personas”. Insisten: “se llama matrimonio solamente al conformado por el hombre y la mujer; que dan origen a la familia”.
El Foro de la Vida y la Familia, por otra parte, tampoco se queda corto a la hora de actuar en red. Sus únicas recomendaciones online tallan el perfil preciso: el Consorcio de Médicos Católicos, Fampaz, Jóvenes en Acción (una iniciativa para detectar, con trampas discursivas, a jóvenes talentos y formarlos como cuadros, clásica inversión a futuro), la Marcha de los escarpines y el boletín Pro-Vida. También la Corporación de Abogados Católicos que esta semana sumó una vergüenza, al apelar infructuosamente la resolución del TSJ de Chubut en favor de la niña A. G., tradicionalmente exhibe debilidad por los militares de la dictadura, odio a las transformaciones sociales, y no oculta la admiración de sus socios por el abogado San Josemaría, que no es otro que José María Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus Dei.

 

 
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