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Argentina: Que la ley sea para todos y todas. Amor por la igualdad Imprimir E-mail
Lunes, 10 de Mayo de 2010 23:55

Natalia Brite desde Mendoza, Argentina para Agencia Periodística del Mercosur 
Si el proceso legislativo concluye en el sentido que se inició, Argentina se convertirá en el primer país latinoamericano en consagrar, a nivel nacional, el derecho al matrimonio para la comunidad lesbiana y homosexual.
Habrá que esperar qué dice el Senado, pero el 4 de mayo pasado la cámara de Diputados dio un paso importante al otorgarle media sanción favorable al matrimonio para todos y todas, sin distinción de preferencias sexuales.

En 2007, la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales presentó en el Congreso un proyecto de ley para conceder todos los derechos del matrimonio a las uniones homosexuales. Acompañaron la propuesta legisladores del oficialista Frente para la Victoria y algunos de sus aliados, más algunos radicales y socialistas. Aunque el debate no prosperó, y no llegó siquiera al recinto, los sectores conservadores prepararon desde un comienzo el escenario de disputa. Así, el diario La Nación, representante mediático de la oligarquía argentina y aliado de la iglesia católica, expresó en aquella oportunidad que el proyecto era “comparable a los más extremos que existen en el mundo”. También denominó a la federación que presentó el texto como “organización de presión homosexual”, y afirmó que su propuesta “no cuenta con el apoyo popular” aunque tuvo el apoyo de “algunas organizaciones radicales como Madres de la Plaza de Mayo”.

En estos días, y ante la inminente aprobación del matrimonio sin distinción de sexo, el mismo matutino publicó ¡Vivan los novios!, escrito por Rolando Hanglin. En este texto se menosprecia y banaliza la igualdad ante la ley. En una de sus líneas retrata la siguiente conversación entre una empleada del Registro Civil y un contrayente: “-¿Usted se va a casar con una mujer? -¡Claro! ¿Es tan raro? -Es un servicio que hoy día, prácticamente, no estamos atendiendo”. El escrito cierra con otro diálogo entre el mismo hombre y su madre: -“¡El quince de septiembre me caso, mamá! -¡Hijo, qué alegría! No sabía que vos también eras gay”.

La ley encaminada esta semana responde a la redacción de la diputada del bloque Nuevo Encuentro Popular y Solidario, Vilma Ibarra, quien articuló un proyecto propio con uno anterior de la diputada mandato cumplido Silvia Augsburguer, del Partido Socialista. Ibarra, como primera oradora en el recinto, expresó que no se trata de discutir el “matrimonio católico, ni el de la religión judía, ni el de los musulmanes. Estamos tratando leyes civiles en un Estado laico”.

La igualdad ante la ley para el matrimonio implica acceder a todos los derechos que supone ese acto civil. Entre ellos el de la adopción. Este fue, sin dudas, uno de los puntos más fuertes en la discusión, pero no porque se abre una posibilidad antes inexistente. Ibarra recordó en su argumentación que "la actual ley no impide que gays y lesbianas adopten en las mismas condiciones y con los mismos requisitos que las parejas heterosexuales. Hay cientos de niños adoptados por parejas homosexuales porque es una facultad otorgada desde siempre en la ley de adopción", por lo cual el proyecto lo que aporta es "dar el mismo estatus legal a esos niños que hoy son discriminados".

El tema de la adopción y los derechos de los niños fue uno de los argumentos más utilizados por quienes se opusieron a la modificación. Con convicciones religiosas y cuestionamientos morales como telón de fondo, legisladores como la aliada del derechista Mauricio Macri –jefe de Gobierno porteño- Gabriela Michetti, argumentaron en contra. La diputada advirtió que prefería “no ser vanguardista” para no afectar los derechos del niño adoptado por una pareja gay. Perspectiva que da por sentado la inferioridad que supondría ser criado por una pareja homosexual.

La iglesia católica tuvo sus claros representantes en la política. Elisa Carrió, líder de uno de los sectores de la oposición más cerrada, justificó su no acompañamiento al proyecto porque cree “en los derechos pero no puedo no respetar a mi Iglesia”. Según la legisladora, abogada de profesión, el matrimonio equivale a un “sacramento religioso, como la eucaristía”.

El Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral sostuvo que "la unión sexuada entre personas del mismo sexo no puede ser denominada matrimonio ya que transculturalmente se llama matrimonio a la unión total de un hombre y una mujer". Palabras que fueron exactamente replicadas por el diputado del peronismo disidente -opositor-, Mario Merlo.

Del otro lado de las puertas del Congreso, la Conferencia Episcopal Argentina denunció su preocupación ante el proyecto, y expresó su esperanza de que “prevalezca el sentido común", que, según la institución, debe ser el correspondiente a su confesión y no al de un Estado laico.

Eduardo Sambrizzi, vicepresidente de la Corporación de Abogados Católicos, dijo en un debate público que "el Estado debe privilegiar aquello que conviene a la sociedad (…) las personas que tienen la posibilidad potencial de procrear, para permitir la perpetuación de la especie". A lo cual Gustavo López, patrocinante de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), respondió: “Se están vulnerando los derechos humanos. Esa es una falsa concepción del matrimonio porque muchas personas se casan y no quieren o no pueden procrear”.

Por su parte, legisladores de todos los bloques dieron su voto positivo a la no distinción sexual en el matrimonio. Agustín Rossi, jefe de la bancada oficialista defendió el proyecto y sostuvo que "no es lo mismo hablar de unión civil que hablar de matrimonio". Afirmó que esa alternativa propuesta por despacho en minoría "es seguir estigmatizando, es hacer diferencias, es decir ustedes pueden hasta acá".

“El amor no es propiedad de los heterosexuales, el amor es lo que rescata a un niño”, coreó el diputado peronista Felipe Solá al justificar su voto a favor. La diputada Alicia Terada, quien dijo profesar el budismo, votó a favor y se mostró a favor del reconocimiento de los derechos civiles "de todas las personas no sólo de las del mismo sexo”.

Hubo expresiones mediáticas que pusieron en duda el respaldo a la modificación del Código Civil por parte de la presidenta, Cristina Fernández, y del ex presidente y actual diputado nacional, Néstor Kirchner –flamante presidente de UNASUR-. Lo cierto es que el legislador votó a favor y, aún cuando se presume que la concepción personal de ambos respecto de la conformación familiar es tradicional, quedó demostrado que esa perspectiva no tiñe sus posiciones como estadistas. El ministro del interior, Florencio Randazzo negó rotundamente que el gobierno nacional fuese a vetar la ley, tal como hicieron circular algunos medios. Más aún, de ser finalmente sancionada, sería inmediatamente promulgada.

Uno de los antecedentes que aportó en la materia, fue la Ley que aprobó la Asamblea Legislativa de la capital mexicana el 21 de diciembre de 2009, que permitió el matrimonio entre homosexuales. Fue la primera ciudad de América Latina que lo hizo.

A nivel mundial, son muy pocos los países que tienen legislaciones similares. Entre ellos contamos a los Países Bajos, Bélgica, España, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Suecia y Portugal. En Estados Unidos solo 6 estados permiten el matrimonio homosexual. Otras pocas naciones y ciudades solo han permitido figuras de menor alcance como la Unión Civil.

Entre los artículos 159 y 200 del Código Civil argentino se regula el matrimonio. A los largo de esos párrafos, se menciona a los interesados en este contrato civil como “hombre y mujer” solo en dos ocasiones. Contrayentes y esposos es la principal referencia. Esa situación es la que denunciaron las cinco parejas homosexuales que han podido casarse en Argentina hasta el momento, gracias al permiso individual otorgado por jueces. Los cinco actos fueron anulados en otras instancias judiciales, de aquí la necesidad y urgencia de legislar específica y claramente sobre el tema.

Actualmente hay cerca de un centenar de parejas de homosexuales que han presentado peticiones de amparo para poder casarse. La Capital Federal de Argentina es conocida como una de las “capitales gay” y tiene altos índices de oferta turística destinada a ese segmento social. En 2002 se aprobó la Ley de Unión Civil en esa ciudad, lo cual significó el primer antecedente en el país, y el primer reconocimiento de las parejas homosexuales en Latinoamérica.

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