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Lunes, 18 de Octubre de 2010 03:30

La obra del Imperio en Afganistán

Carlos Rivero Collado / Kaos en la Red

El Imperio, violando la Carta de Naciones Unidas y su propia Constitución, inicio una guerra contra Afganistán no en defensa propia, sino de rapiña y exterminio que no se sabe cuando va a terminar.

A la memoria de los niños mártires de Azizabad

1-. CUATRO NOTAS SOBRE DIVERSOS TEMAS

A) La amenaza a Kaosenlared: Apoyo, plenamente, las palabras que en la conferencia de prensa que los directivos de Kaosenlared acaban de celebrar, han dicho los camaradas Manel Márquez, Carlos Tena, Jordi Mir, Ester Vivas, Bruno Valtueña y David Fernández. Lejos de defender la violencia, los directivos y colaboradores de Kaos somos, precisamente, los que más combatimos la violencia, sobre todo en su forma suprema, la guerra. Los arrogantes capitalistas quieren silenciar a Kaos, vehículo de la conciencia, y eso no se puede permitir. Apoyemos todos a Kaos en este momento en que fuerzas ocultas tratan de silenciarlo.

B)El Imperio: Un buen amigo me preguntó hace poco que por qué yo escribía Imperio con mayúscula cuando otros lo escriben con minúscula. Le respondí que, al escribir Imperio, me refiero sólo al gobierno imperial de Estados Unidos. Si lo escribiera con minúscula pudiera referirme a cualquier imperio, y en el mundo quedan unos cuantos, aunque no tan violentos como el único al que, realmente, se le debiera llamar imperio. La palabra imperio tiene un sentido genérico, o sea se refiere al imperio como institución, pero si se habla sólo de un solo imperio, o sea del estadounidense, hay que llamarle Imperio porque esta palabra sustituye a Estados Unidos, o sea al imperio estadounidense. Por supuesto que no es obligatorio ni es regla gramatical, pero me parece que es lo apropiado.

C) Las guerras de Obama: Este artículo de hoy está dedicado a la guerra de Afganistán, pero en forma abreviada. Analizar este fenómeno en todas sus facetas actuales requeriría una serie de análisis y ésa no es mi intención. Por lo que recomiendo la lectura de los artículos que está publicando el Líder de la Revolución Cubana titulados “El Imperio por dentro”, en los que reproduce y comenta muchos párrafos del libro “Las guerras de Obama”, del escritor y periodista Bob Woodward, quien se hiciera famoso, junto al también periodista de The Washington Post, Carl Bernstein, por denunciar los hechos criminales conocidos como “El escándalo Watergate”, que produjeron, por primera y única vez en la historia de este país, la caída de un presidente. En esta utilísima serie de artículos de Fidel, el lector podrá enterarse de muchos secretos del Imperio en las guerras del Medio Oriente, sobre todo en Afganistán y Pakistán, y de muchas cosas que han sucedido y siguen sucediendo en esas guerras a las que Woodward llama “guerras de Obama” porque aunque comenzaron con Bush, han sido ampliadas y empeoradas por el actual mandatario del Imperio.

D) El ingeniero de la NASA , los mineros de Chile y Osama ben Laden

En sus palabras de antier en la rosaleda de la Casa Blanca sobre el rescate de los mineros de Chile, el presidente Obama se refirió al ingeniero de la NASA que contribuyó a perforar la abertura y diseñó la cápsula por la que los mineros subieron a la superficie.

Seria útil aconsejarle a Obama que trate de utilizar esa misma cápsula para sacar de su cueva, no a los majases de Felipe Blanco como dice la vieja canción, sino a Osama ben Laden, ya que ha sido el Imperio el que ha insistido en que Obama debe estar escondido en una cueva.

Si esa cueva fuera cierta, no estaría a 700 de metros de profundidad, sino mucho más cerca de la superficie terrestre, por lo que la función de la cápsula y los demás equipos sería mucho más fácil.

¿O será verdad, como dicen algunos, que ben Laden camina por la Quinta Avenida de Nueva York vestido con un traje hecho a la medida, un sombrero Homburg y con un rostro totalmente cambiado? ¿O estará viviendo en un cuartito del sótano de la Casa Blanca, junto al War Room, planeando otra “agresión” para culpar a Irán o Corea? ¿O al Líbano, Siria, Pakistán, Cuba, Venezuela, Ecuador, etc. etc.?

Y ya que hablamos de los mineros de Chile, digamos que ha habido una gran fanfarria sobre el rescate y, como es lógico, todo el mundo debe alegrarse de que estos obreros hayan salvado la vida. Sin embargo, en este inmenso barrage de propaganda nada se ha dicho sobre la inicua explotación de los obreros en los países capitalistas, que reciben sólo una porción ínfima de la riqueza que crean con su trabajo, y no sólo en los países subdesarrollados, sino en las grandes potencias industriales. En Estados Unidos, por ejemplo, sólo el 10.5% de los obreros tienen derechos laborales, o sea pertenecen a sindicatos. El 89.5% está a merced del capitalista, que puede despedirlo cuando quiera sin ni siquiera darle un mes de retribución, y, si así lo desea también, sin darle vacaciones pagadas ni seguro médico, así haya trabajado muchos años para él. Obama quiere cambiar eso con su reforma al plan de salud, pero dudo mucho que el Congreso la apruebe, sobre todo si en las elecciones parciales del mes que viene los republicanos obtienen mayoría.

No todos los países capitalistas tienen un sistema tan antiobrero, o sea tan bestial, como el de Estados Unidos, a pesar de que en todos ellos el obrero sólo recibe una parte muy pequeña de la nueva riqueza que crea con su trabajo, y el capitalista, realizando el menor esfuerzo o sin esfuerzo alguno, se apropia de casi toda esa plusvalía.

Vayamos, entonces, al drama de Afganistán.

2-. TRIUNFO DEL PUEBLO, NUEVE AÑOS DESPUES

El pasado jueves, 7 de octubre, un cable de EFE informó lo siguiente:

--En el noveno aniversario del inicio de la invasión estadounidense a Afganistán, los talibanes controlan el 75% del territorio nacional y todas las carreteras.

--“La resistencia del pueblo contra la invasión de Estados Unidos y sus aliados es tan fuerte como siempre” –afirmó un vocero del movimiento insurgente en un comunicado difundido hoy--.

--En su balance sobre la situación de Afganistán, los talibanes consideran que el gobierno de EU “está decepcionado con los resultados de la guerra”, y recordaron que el 2,010 está siendo el año más sangriento para la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF: International Security Assistance Force)

–“Han surgido diferencias internas en la Casa Blanca acerca de los pobres resultados que las tropas de la OTAN están obteniendo” --dijeron los insurgentes, y recordaron que algunos países han puesto fin a su misión y han retirado sus tropas--.

--Los talibanes aseguraron que están en condiciones de atacar todas las bases militares de los estadounidenses.

–“Sólo los gobernantes confundidos de la Casa Blanca, debido a su arrogancia y tozudez, están empeñados en continuar con la ocupación de Afganistán”, afirmaron los insurgentes. (hasta aquí el cable de EFE)

Esta declaración de los talibanes, de hace ocho días, corrobora un informe de los más altos oficiales de la Inteligencia militar del Imperio en Afganistán, en diciembre del 2,009, en el que, en síntesis, reconocen que:

--The Taliban can sustain itself indefinitely(Los talibanes pueden sostenerse indefinidamente)

Por su parte, el presidente Hamid Karzai, impuesto por el Imperio a sangre y fuego, dijo este lunes, día 11, en una entrevista en CNN, que está dispuesto a entrar en negociaciones con los rebeldes.

--“Los talibanes, que son afganos e hijos de la patria afgana, que han sido empujados a la violencia por varios factores que están más allá de su control y del nuestro, por las circunstancias en Afganistán, deben regresar al país” --dijo Karzai--.

Esta es, por supuesto, una declaración aviesa y oportunista. Los talibanes no tienen que regresar a su país porque están en su país luchando contra la invasión extranjera que, junto a la mafiosa Alianza Norteña --que sólo dominaba, al inicio de la guerra, la décima parte del país--, impusieron a Karzai en el poder cuando el gobierno del Mullah Omar se vio obligado a abandonar Cabul por los terribles bombardeos del Imperio a la capital del país y otras ciudades, como Kandahar y Jalalabad, que mataron a miles de civiles inocentes.

Esta declaración “pacifista” de Karzai pugna con la actitud de Obama y los jefes militares del Imperio que aumentan sus fuerzas en Afganistán con decenas de miles de nuevos soldados para combatir, no a Al-Qaeda, como da a entender Karzai en otra parte de la entrevista de CNN, sino a los combatientes antimperialistas que se han enfrentado con gran valor y dignidad a la invasión extranjera.

No habrá paz en ese país hasta que el Imperio y sus cómplices no abandonen la indómita tierra que desde hace más de 1,500 años ha combatido a varios imperios y los ha rechazado a todos.

La derrota del Imperio en Afganistán es inevitable, como lo fue en Vietnam y lo será en Iraq. Como lo sería en Irán y Corea, si se atreve a una nueva locura.

La historia prueba que se le puede ganar la guerra a un gobierno o a un grupo insurrecto, por muy poderosos que sean, pero no a todo un pueblo.

3- EL 9/11 NO FUE CAUSA, SINO CONSECUENCIA

Como vimos en el artículo anterior, la invasión a Afganistán fue decidida antes del 11 de Septiembre, en la misma forma en que la guerra con España había sido acordada dos años antes del autoatentado terrorista del Maine. El Imperio decide sus guerras y después busca algún hecho importante que las “justifique”. Y eso lo ha hecho siempre, desde que, en 1801, Jefferson acusó, falsamente, a “los piratas del Barbary Coast”, o sea el norte de África, de atacar a varias naves del incipiente Imperio para, entonces, justificar el bombardeo a las costas de Tripoli, en el país al que hoy llamamos Libia. Debemos reconocer que el Imperio ha sido siempre leal a sí mismo, a su intrínseca naturaleza terrorista.

Como no se puede separar el 11 de Septiembre del comienzo de las guerras en el Oriente Medio, se debe comprender que quien estudie un poco la inmensa adoración del Imperio por la violencia a ultranza, debe, al menos, sospechar que la supuesta causa de la agresión contra el pueblo de Afganistán, fue, por lo menos, un atutoatentado indirecto, o sea que los jefes del Imperio sabían que esos ataques iban a ocurir y no hicieron nada por evitarlos, como en Pearl Harbor; aunque las palpables mentiras sobre "el avión del Pentágono", la implosión de las torres 1, 2 y 7 del Centro de Comercio Mundial y las muy sospechosas formas en que actuaron varios departamentos de aviación y seguridad del gobierno federal, deben ser pruebas más que suficientes no para sospechar sino para creer con firmeza que fue un autoatentado directo y enteramente culposo.

La forma en que actuaron Bush y la prensa capitalista entre el 11 de septiembre y el 7 de octubre del 2,001, en que comenzó la guerra contra el pueblo de Afganistán, fue casi idéntica a la de McKinley y la propia prensa amarillista al servicio único del capital, entre el 15 de febrero de 1898, día en que explotó el Maine, y el 25 de abril del propio año, en que el Imperio le declaró la guerra a España.

La actitud en extremo sospechosa de Bush y su infernal cuadrilla en las semanas anteriores y posteriores al 11 de Septiembre prueban, más allá de cualquier duda razonabale --beyond any reasonable doubt--, que lo que sucedió aquel día fueron clásicos autoatentados terroristas y que la agresión contra el pueblo de Afganistán no fue la consecuencia de aquel hecho, sino que aquel hecho fue la consecuencia de la guerra que ya el Imperio había decidido perpetrar contra el pueblo de Afganistán.

Fue el Imperio el que puso la carreta delante de los bueyes y son los cómplices del Imperio los que quieren hacernos creer que eran los bueyes los que estaban delante, y no la carreta.

La guerra estaba decidida y había que buscar la chispa y ésta fue la destrucción de dos de los rascacielos más grandes del mundo y el asesinato de las 2,800 personas que se hallaban en ellos y de los 90 obreros que estaban reparando la sección del Pentágono que fue impactada por un cohete o volada con una carga de dinamita y que el gobierno y la prensa corporativa dicen que fue por el impacto --que nadie vio y del que no hay ni la menor prueba-- de un avión de pasajeros cuyos nombres nadie conoce y cuyos huesos han desaparecido para siempre como si hubieran sido hechos de yogurt con sabor a fresa.

4-. LA CARTA DE NACIONES UNIDAS Y LA CONSTITUCION DE E.U.

De acuerdo a la Carta de la Organización de Naciones Unidas, firmada por el gobierno estadounidense en 1945, todos los países miembros de la organización mundial deben resolver sus disputas por medios pacíficos y sólo deberán usar la fuerza militar en defensa propia.

El Artículo 51 de la Carta determina que un país puede usar su fuerza militar si es agredido o está en peligro de ser agredido por las fuerzas armadas de otro país, no por grupos de ciudadanos de otros países.

O sea para que exista una agresión de un país a otro, debe haber una participación oficial directa del gobierno de otro país para que el país agredido tenga derecho, de acuerdo a la Carta, de usar su fuerza militar para enfrentarse a esa agresión.

Por su parte, la Constitución de Estados Unidos determina que los tratados internacionales, ratificados por el gobierno, forman parte de la propia ley suprema del país y deben ser cumplidos como si fueran partes integrales de la misma.

De acuerdo al Artículo 1, Sección Octava, de la Constitución de Estados Unidos, “Congress shall have power to declare war” --El Congreso tendrá el poder de declarar la guerra--.

De tal forma, Bush y sus funcionarios violaron, abiertamente, la Carta de Naciones Unidas y la Constitución de Estados Unidos.

En el colmo de la insolencia, Bush arguyó que el gobierno de los talibanes en Afganistán no era legal, que sus fuerzas armadas no estaban integradas por soldados, sino por terroristas o defensores del terrorismo, y que la Carta de Naciones Unidas no se podía aplicar en ese caso. Declaró, además, que los prisioneros, cuando existieran, no serían protegidos por la Convención de Ginebra, sentando las bases para las horrendas torturas que sufrieron  en varias cárceles en Afganistán y, después, en Guantánamo e Iraq.

Negarle a los prisioneros los derechos de la Convención de Ginebra no lo hizo ni Adolfo Hitler, pues se sabe que en los presidios de la Alemania nazi se respetaron esos principios, aunque, por supuesto, se violaron en los que se hallaban judíos, gitanos y otros grupos sociales, y ése fue, por supuesto, un gran crimen del nazismo.

El mundo racional considera que la invasión a Afganistán fue ilegal desde todo punto de vista, y excluyo de esto, por supuesto, a los gobiernos de Tony Blair en Inglaterra, de Aznar en España, y otros, que se hicieron cómplices directos de la gran masacre al enviar miles de tropas a destruir el país y asesinar a sus pacíficos ciudadanos. Crimen que se ha mantenido hasta ahora, aunque muchos gobiernos han retirado a sus soldados ante la viril repulsa de la humanidad al martirio de un pueblo que ya había sufrido muchos años de guerras, igual que Vietnam.

El paralelo entre Vietnam y Afganistán es inevitable y el final será el mismo. 

5-. EL SALDO INFAME

Como dije al principio, no voy a hacer la historia de la guerra en Afganistán ni voy a someter al lector una vez más a un extenso artículo que muchas veces no se puede leer por falta de tiempo.

El objetivo de este escrito no es otro que señalar la complicidad del Imperio en los atentados terroristas del 11 de Septiembre y en la forma en que violó todas las leyes internacionales y nacionales para llevar a cabo una guerra que quiso hacer para aumentar su poder y su terror en el mundo, para dominar la produccion del opio y sus derivados  y para que la industria bélica, la más importante del país, tuviera ganancias fabulosas.

El poder y el dinero ha sido el fin del Imperio en el Oriente Medio … y el medio, la sangre.

Digamos, en abreviada síntesis, que desde el 7 de octubre del 2001 hasta el día de hoy, los civiles no-combatientes han sido sometidos a los más intensos y crueles bombardeos en los que han muerto por decenas, quizás cientos, de miles.

Se pudieran escribir libros enteros, y hasta enciclopedias, sobre los crímenes del Imperio y sus aliados en Afganistán. Me voy a referir a un solo bombardeo para tomarlo como modelo de la matanza de inocentes.

6-. LA MASACRE DE AZIZABAD

El 22 de agosto del 2,008, el Imperio bombardeó la aldea de Azizabad, al sur de la ciudad de Herat, en la provincia del mismo nombre, asesinando a 91 civiles --61 niños, en su gran mayoría menores de ocho años, 15 mujeres y 15 hombres--.

El alto mando militar del Imperio dijo que había eliminado a treinta Talibanes y que “por error, habían muerto algunos civiles, quizás tres mujeres y dos niños”.

Las evidencias de la masacre eran tan palpables y el escándalo alcanzó tales proporciones, que hasta Karzai tuvo que desmentir al mando imperial y ratificar que, efectivamente, había sido una masacre de civiles inocentes en la que no había muerto ni un solo Talibán, no “una operación militar antiterrorista”.

Una investigación posterior, realizada sobre el terreno de los hechos por miembros de Naciones Unidas, comprobó que, efectivamente, había sido una masacre de civiles, sobre todo de niños pequeños.

En mi artículo “Los niños mártires de Azizabad”, publicado el 16 de septiembre del 2,008, puse los nombres de todos los niños, sus edades y los nombres de sus padres.

Como homenaje a ese pueblo afgano, tan digno y heroico, repitamos los nombres y las edades de los niños pequeños asesinados por la furia del arrogante Imperio y su diabólica cuadrilla.

Las niñas: Saeede Bibi, 6 meses de edad; Maida Gul, 2 años; Zia Gul, 1 año; Bibi Gul, 4; Shafiqa, 2; Seya, 8; Sameera, 8; Saeed Ahmad, 6; Roma, 10; Kibra, 8; Fareba, 5; Negina, 2; Gulalai, 5; Dos hijas de Abdul Rashid, de 12 y 5 años; Hija de Saedo Khan, 9; Rahima, 3; Hija de Subhat, 8; Akhatar, 6.

Los niños: Shafi, 4 meses de edad; Aman, 8 meses; Saleem, 8 años; Arif, 7 años; Asif, 5; Ghulam, 1; Aquila, 7; Sakeena, 5; Shakeena, 5; Omaid, 3; Durrani, 7; Nabi Jan, 10, Taza Gul, 3; Sher Ahmad, 3; Bashar, 7; Hijo de Saedo Khan, 9; Cuatro hijos de Abdul Rashid, de 3, 8, 10 y 12 años; Ghani Jan, 7; Hijo de Subhat, 5; Gul Gothay, 10; Khubai Rahim, 3; Qamar Gul, 10; Zuhra Gul, 5; Wakeel Ahmad, 8; Nazaneen, 8; Rahim Gul, 9; Ibrahim, 12.

 

Tal es la obra del Imperio y sus secuaces contra el heroico pueblo de Afganistán

Notas Relacionadas: Sangre y dinero: la tragedia del Oriente Medio (1)

Próximo artículo: Sangre y dinero: la tragedia del Oriente Medio (3)

Última actualización el Lunes, 18 de Octubre de 2010 04:26
 
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