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Argentina: La brutalidad de la explotación capitalista, nuevamente al desnudo Imprimir E-mail
Jueves, 13 de Enero de 2011 23:57

Verónica Zaldívar / La Verdad Obrera

Nidera y Southern Seeds: el agropower esclavista.

Durante los últimos días se realizaron varios allanamientos en campos ubicados en el departamento de San Pedro (provincia de Buenos Aires). Salieron a la luz nuevamente las aberrantes condiciones de trabajo a las que son sometidos miles de hermanos y hermanas de la clase obrera en nuestro país, en establecimientos como El Algarrobal, La Luisa o La Esperanza, por nombrar los primeros que se dieron a conocer. Hace menos de dos meses ya había tomado estado público este tema cuando falleció Ezequiel, de tan sólo 6 años, a raíz de la exposición continua a sustancias tóxicas entre las cuales trabajaba esclavizado junto a su familia, a pocos kilómetros de la Casa Rosada.

En cada campo requisado en San Pedro se repite la misma situación: peones golondrina, traídos de provincias del norte (sobre todo de Santiago del Estero), trabajando hasta 14 horas diarias, sin acceso a luz, baños ni agua potable, durmiendo hacinados en trailers, carpas o casillas de chapa recalentadas por el sol durante todo el día, debiendo comprar alimentos sólo a los “proveedores” de la propia empresa y a precios exorbitantes, todo bajo la estricta prohibición de salir del predio, a riesgo de ser enviados junto a todo su grupo o “cuadrilla” de vuelta a su provincia, sin recibir paga. Esas “cuadrillas” de trabajo incluyen menores de edad; muchos, adultos y menores, sufren graves enfermedades derivadas del contacto permanente con sustancias altamente peligrosas como el glifosato, cuyos recipientes son utilizados para acarrear agua para beber y bañarse.

Se repite la situación que viven cientos de trabajadores de origen boliviano, peruano o paraguayo en varias provincias argentinas, como en los campos mendocinos y los talleres textiles del conurbano bonaerense y Capital. Muchas veces, al no poder tener contacto con el exterior, estas personas ni siquiera saben en qué parte del país se encuentran. Todo esto sucede bajo la mirada cómplice de intendentes, funcionarios y la UATRE, el sindicato de trabajadores rurales, que no sólo miran para otro lado sino que generalmente reciben un porcentaje para mantener en funcionamiento este arcaico pero siempre vigente “sistema laboral”. Otro actor involucrado son las consultoras laborales, verdaderas agencias de tercerización y precarización laboral; las últimas denuncias hacen referencia a una de las más importantes, Manpower, que incluso se especializa en el rubro mediante la denominada Ruralpower.

Las empresas denunciadas en esta ocasión son Nidera y Southern Seeds; la primera es una de las líderes en el mercado agrícola a nivel mundial (comparable a Monsanto o Cargill), con millones de dólares facturados cada año; millones que se ganan en base a la esclavitud de trabajadores de países periféricos que les abren sus puertas, otorgándoles todo tipo de beneficios impositivos y leyes de trabajo hiper-flexibilizadas para garantizar esas ganancias. Estas empresas no pueden aducir desconocer las condiciones de trabajo de sus empleados, ya que son los mismos ingenieros de Nidera, por ejemplo, los que controlan todo el proceso, como se vio en San Pedro (donde se estima que habría alrededor de mil trabajadores en estas condiciones). Ante esto, la conclusión de sectores como la Federación Agraria es, según declaraciones de su representante sampedrino Silvio Corti a una radio local, que “cuando se fomenta la gran escala en la agricultura y se empieza a dar lugar a actores que no tienen nada que ver con el campo pasan estas cosas”(1), aduciendo que las patronales medianas locales no explotarían a los peones sino que trabajarían de igual a igual con ellos. Una burda mentira, ya que se trata de sectores que históricamente hicieron uso y abuso del trabajo temporario, mal remunerado y en negro, amparados por la reaccionaria Ley Nacional 24.248 de la dictadura, que este gobierno sostiene.

La red de complicidades se extiende más aun, y todos intentan despegarse con rapidez; es el caso de la propietaria de uno de los campos donde hubo allanamientos, quien apresuradamente intentó demostrar que ella sólo estaba arrendando las tierras, y desconocía lo que ocurría al interior.

Pero aunque ahora hayan salido a la luz estos casos, situaciones similares ocurren cotidianamente a lo largo y ancho del país. Si bien las notas de Página/12 buscan dejar pegados a estos escenarios aberrantes a personajes ligados al duhaldismo como el dirigente de UATRE Momo Venegas o peronistas disidentes como Felipe Solá (quien siendo ministro de agricultura en los ’90 abrió las puertas a la soja transgénica, entre otras cosas), ocultan que en las filas del kirchnerismo o entre sus aliados hay patrones y empresarios que forman parte de ese agropower que fue ampliamente beneficiado durante estos años de crecimiento. Claro que el conflicto por las retenciones en 2008 dividió las aguas, y hubo políticos/empresarios como el senador Roberto Urquía (cuya familia posee la Aceitera General Deheza, con aduana propia) que viraron a la oposición. Y si de empresarios con cargos políticos hablamos, no se puede dejar de mencionar a Ricardo Buryaile, diputado formoseño de la UCR y dueño de 10 mil hectáreas que fue acusado de esclavizar peones paraguayos(2).

En los medios, cada cual atiende su juego

La mayoría de los grandes medios oculta estas situaciones, tanto para no perjudicar a las empresas, como para fijar su propia agenda: la de la inseguridad y el miedo, la de ataque a los que luchan y se organizan, sobre todo si pertenecen a los sectores más explotados de la clase obrera como fueron los sin techo que ocuparon tierras durante diciembre. Estos medios, hoy opositores al gobierno, defienden ante todo la propiedad privada y muestran preocupación constante por la “seguridad jurídica” que se supone no hay en Argentina (aunque en los últimos años haya quedado sobradamente demostrado que los Kirchner son acérrimos defensores de la “seguridad para explotar” de los empresarios).

Otros medios vienen mostrándose como los voceros privilegiados de una remozada “campaña contra la esclavitud” ejercida por algunas corporaciones rurales: son los oficialistas como Página/12 y 678. ¿A qué se debe tan repentina preocupación por los esclavos del siglo XXI? Viendo los hechos de los últimos meses, y como venimos expresando desde La Verdad Obrera, puede verse un claro giro a la derecha del gobierno de Cristina Fernández. Las notas de Verbitsky y compañía intentan seguir mostrando a este gobierno como progresista frente a las grandes corporaciones a las cuáles perseguiría y enfrentaría, manteniendo un doble discurso que se vuelve cada vez más insostenible, ya que este mismo gobierno profundizó durante todos estos años un modelo económico basado en el trabajo precario de gran parte de los asalariados.

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