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La gran rebelión de los pueblos musulmanes Imprimir E-mail
Sábado, 12 de Febrero de 2011 00:48

Para honrar el gran heroísmo de los estos pueblos, recordemos al cordobés Averroes, la más alta cumbre de la civilización árabe, española y musulmana.

Carlos Rivero Collado

¿Contra qué se rebelan hoy los musulmanes? ¿Contra sus gobernantes? No. Se rebelan contra el capitalismo que los explota y empobrece, y el Imperio que los invade y asesina.

1-. Razón y religión

Nadie vea en esta defensa de los musulmanes una justificación religiosa. Mis pacientes lectores conocen mis ideas sobre religión. No sólo no profeso ninguna sino que considero que todas son productos de la ignorancia y el miedo que las convierte, como al Imperio, en vehículos de terror.

Se justifica, hasta cierto límite, que surgieran religiones hace dos o tres mil años, cuando aún no existía la cultura científica o ésta era sólo efecto de atrevidas, aunque geniales, teorías como las de Leucipo, Demócrito y los posteriores filósofos de la escuela alejandrina, pero creer hoy en lo que dicen la Biblia, el Corán y todos los demás textos religiosos me parece apropiado para niños de seis años o menores porque ya a los siete comienzan a tener cierto raciocinio.

Considero que el cristianismo y el islamismo representaron un lamentable atraso en el proceso de la civilización porque ya desde mucho antes del nacimiento de Cristo, los filósofos materialistas planteaban un concepto físico de la vida que sólo pudo renacer, unos 1,500 años después, con Copérnico, Galileo y Newton.

El más profundo de los filósofos musulmanes, Abu-al-Walid Mohammed ben-Ahmad ben-Rushid –Averroes-- planteaba hace casi mil años –pocos siglos después de Mahoma-- que existen dos verdades, la razón y la religión y que aquélla debe predominar sobre ésta, con lo que, de hecho, dudaba de la religión.

De manera que cuando me refiero a la rebelión de los musulmanes, lo hago para incluir en esta clasificación a pueblos árabes (iraquíes, yemeníes, tunecinos, jordanos y otros) y a pueblos no-árabes (egipcios –solo un 6% son árabes--, iraníes, paquistaníes, turcos y otros) que se identifican sólo a través del Islam.

No creo que sea la religión la que determine la formidable lucha que están llevando a cabo estos pueblos, sino la gran conciencia social, antimperialista y anticapitalista. La inexorable desaparición de varios gobiernos aliados del Imperio y el gran capital será el renacimiento de la gran cultura musulmana que ya una vez fue la más gloriosa de la humanidad.

2-. Sólo unos cuantos ejemplos de un largo proceso

La rebelión de los pueblos musulmanes en esta época se inició en 1948 cuando se cometió la gran injusticia de crear el Estado de Israel en una parte de la Palestina que había sido habitada por pueblos árabes, o arabizados, desde hacía unos trece siglos y provocó el destierro de millones de seres humanos o los convirtió en ciudadanos de segunda categoría, sometidos a un pueblo de historia, raza e idioma distintos.

Israel sólo pudo sobrevivir a las guerras que provocó su nacimiento por la ayuda directa que le dio el Imperio, cuyas naves de guerra participaron, directamente, en esos conflictos, además de la inmensa ayuda económica que le dieron.

El sionismo ha dominado la política exterior del Imperio desde mucho antes de 1948 y hoy es más fuerte que nunca con la presencia en la cancillería de la terrorista nuclear en potencia, Hillary Clinton, una militante del sionismo que es más extremista que Ariel Sharon porque éste nunca amenazó a ningún país con desaparecerlo del mapa con bombas nucleares como hizo la señora Clinton con Irán cuando aspiraba a la presidencia en el verano del 2,008.

En 1953, un golpe instigado por la CIA derrocó al premier Mohammed Mosaddegh e impuso a un sirviente del Imperio, el Sha Mohammed Reza Pahlavi que se puso al servicio de las transnacionales petroleras y, veintiséis años después, el pueblo se rebeló bajo la sabia dirección del Ayatollah Jomeini. Se instauró, entonces, un régimen fundamentalista en lo religioso y antimperialista en lo político que trató de subsanar los graves errores del capitalismo mediante una política dual de revolución y reforma que aún existe bajo la dirección del presidente Ahmadinejad. Del país enclaustrado y sumiso al gran capital de la época del Sha, Irán se convirtió en una nación abierta que logró numerosos aliados en el mundo.

Surgió un líder antimperialista, Gamal Abdel Nasser, que recuperó para Egipto el Canal de Suez y se enfrentó al Imperio y a las potencias colonialistas que aún dominaban a varios países.

La crisis del Líbano en 1956 y la intervención directa de las tropas yanquis fue consecuencia de aquellos años tumultuosos que ocasionó la formación de Israel.

Se creó, entonces, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) dirigida por el líder Yasser Arafat, que mantuvo durante décadas la rebelión del pueblo desplazado o sometido contra la criminal ocupación sionista y este conflicto se expandió a los países vecinos como Jordania, Líbano, Gaza, Egipto y Siria.

En 1968, triunfó la Revolución en Iraq que, unos años después, quedó bajo la dirección del líder Saddam Hussein.

3-. El día de la duda

La lucha de los pueblos musulmanes contra quienes trataron de someterlos se mantuvo por muchos años hasta que el terrorismo a ultranza que el Imperio había perpetrado en el mundo entero desde 1,794 llegó a sus puertas aquel 11 de septiembre del 2,001.

¿Fueron los jefes del Imperio los autores de aquel magno atentado? Pero ¿actuaron en coordinación con Osama ben Laden, quien ya había tenido estrechas relaciones con el Imperio cuando los afganos luchaban contra la ocupación soviética, o sólo sabían que los atentados se iban a producir de aquella forma y no hicieron nada por evitarlos? ¿O fueron genuinos atentados de combatientes musulmanes que querían devolverle al Imperio al menos una débil sombra instantánea de su perenne, incansable, terror?

Es evidente que el Pentágono no fue impactado por ningún avión de pasajeros o sea que fue falsa toda la información que se dio sobre ese ataque. Lo lógico es pensar, pues, que también fue falso lo que se dijo sobre lo que sucedió en Nueva York, o sea la destrucción de tres rascacielos –no dos-- del Centro de Comercio Mundial porque ambas operaciones formaban parte de un solo un plan que, alegadamente, llevaron a cabo diecinueve supuestos terroristas, algunos de los cuales han sido vistos en los últimos años, llenos de vida y muy jóvenes aun, en varios países, entre ellos Mohammed Atta, supuesto jefe de ambas operaciones.

El hecho, haya sido sido de una forma o la otra, provocó las guerras contra Afganistán, Iraq y Pakistán. Nueve años después, los pueblos invadidos o bombardeados por el Imperio se mantienen en pie, en una de las epopeyas más heroicas de la historia.

Un millón y medio de muertos, en su mayoría civiles inocentes, es el saldo de la agresión imperial. De ellos, más de 300,000 nunca dejaron de ser niños. Sólo sujetos extremadamente canallas pueden justificar esa monstruosidad.

4-. La rebelión de estos días

¿Contra qué se rebelan, en estos primeros meses del 2,011, los musulmanes? ¿Se rebelaron, acaso, los tunecinos sólo contra Ben Ali, obligándolo a renunciar?¿Protestan hoy los egipcios sólo contra Mubarak y los turcos contra Endrogan, y otros pueblos, como los de Yemen y Jordania, contra sus gobernantes?¿Qué diferencias puede haber entre Hosni Mubarak y Omar Suleimán, su viejo jefe de Inteligencia? ¿Se solucionó algo en Túnez con la caída de Ben Alí? ¿Qué resuelven los egipcios con la caída de Mubarak mientras la economía del país quede en control de las compañías extranjeras que sólo tienen que darle a sus socios nacionales la quinta parte de las acciones, y mientras los nuevos gobernantes sigan siendo tan cipayos del Imperio como lo han sido Sadat y Mubarak, que traicionaron el legado de Nasser?

Los musulmanes no se rebelan solo contra sus gobiernos, sino contra el capitalismo que los explota y empobrece, y el Imperio que los invade y asesina.

5-. La era del talento

Para honrar a estos pueblos tan heroicos que hoy se enfrentan al Imperio y a sus cómplices en el mundo musulmán, de Túnez a Pakistán, recordemos una época gloriosa de la cultura árabe y musulmana, en que sólo los combatientes morían en las guerras, en que el terrorismo no era nuclear ni aéreo ni coheteril, sino cuerpo a cuerpo y sólo en el campo de batalla, o sea a la época en que el Islam imperialista se extendió desde Arabia al Oriente Medio y Cercano, al norte África y llegó al corazón de Francia, replegándose después, en Europa, a casi toda España.

Como todos los imperialismos, el del Islam fue, por supuesto, condenable porque sometió a las naciones al terror de la espada y avasalló a pueblos que tenían otras ideas y costumbres imponiéndoles las suyas; pero, a diferencia de los imperios contemporáneos, sobre todo el yanqui, que empobrecen a las naciones que dominan para enriquecerse ellos, la civilización musulmana convirtió a varios países en los más cultos y prominentes del mundo. Tal fue el caso de Bagdad y Córdoba.

A-. El Califato de Bagdad: esta ciudad fue fundada por el califa abasida al-Mansur en el año 762 de nuestra era, en la orilla occidental del Tigris, no lejos del histórico valle de Alí Kosh, del que se afirma que fue la cuna de la civilización hace más de diez mil años, en la que el ser humano aprendió a sembrar –Revolución Agrícola—y construyó las primeras villas, dando fin a la vida nómada e iniciando la sedentaria.

En medio siglo, la ciudad alcanzó el cénit de su prosperidad bajo el califa Harun al-Rashid, época de Las Mil y Una Noches.

A mediados del Siglo IX, el califa al-Mamun fundó la Casa de la Sabiduría –Bayt al-Hikmah—que fue la mayor institución educativa y cultural de la humanidad en aquella época.

Bagdad mantuvo su poderío y cultura por más de cuatro siglos, pero empezó a decaer con la invasión de los mongoles en el Siglo XIII.

La ciudad fue bombardeada, salvajemente, en marzo y abril del 2,003, por el gobierno de un país en que el 87% de su pueblo –según reveló una encuesta del New York Times—no sabía ni siquiera en qué continente se halla Iraq, o sea no tenía la menor idea de cómo se inició la civilización.

B-. El Califato de Córdoba: para hablar de la Córdoba andaluza y musulmana se necesitarían muchos artículos, así como de Averroes, su hijo más ilustre; ahora sólo voy a hacer una semblanza de ambos.

De origen cartaginés, ya Córdoba era una ciudad floreciente en la época de Julio César, cuna del filósofo Séneca, el emperador Trajano, el poeta Lucano y otras figuras prominentes.

Después de la invasión de los moros en el 711, Abderramán I la convirtió en la capital del califato en el 756. De aquella época es la Gran Mezquita, obra maestra del arte. Córdoba creció en poder y cultura hasta que Abderramán III se proclamó Califa de Occidente en el año 929, convirtiéndola en la ciudad más poblada, culta e importante de Europa –tal vez del mundo--, con una población que rebasaba el millón de habitantes, 260,000 edificios y viviendas de arquitectura árabe, romana y bizantina, y una biblioteca de casi medio millón de libros.

Dos siglos después se desmembró el califato por las luchas internas de las taifas, sin embargo Córdoba siguió siendo un emporio cultural en el que nacieron, entre otros, ya en el Siglo XII, Averroes y el gran filósofo judío Moses ben-Maimon, conocido como Maimonides. La ciudad cayó bajo el dominio del rey castellano Fernando III en el 1,236. Al caer España bajo la garra imperial de Napoleón, ya en el Siglo XIX, Córdoba fue uno de los centros más heroicos de la lucha por la independencia.

C-. Averroes: filósofo, médico, jurista, astrónomo, gramático, teólogo y matemático, Averroes fue uno de los homos universalis de la historia. Nacido en Córdoba en el 1,126, fue juez en Sevilla en el 1,169 y dos años después en Córdoba. En 1,182 era el médico principal de Yakub Yusuf, califa almohade de Marruecos y España.

En su teoría de la Doble Verdad, expresada en su obra filosófica principal, Tahafut al-Tahafut –Incoherencia de la Incoherencia--, Averroes rechazó la idea de la Creación y planteó que el universo existió siempre, con lo que negó lo más importantes que el Corán le copió a la Biblia, o sea la creación del universo y de la vida por un ser sobrenatural o Dios.

Muchos fueron, además, los libros que nos dejó sobre medicina, astronomía, derecho y gramática.

Por supuesto que es mucho más lo que se puede decir sobre aquel gran ser humano, pero ya he abusado bastante de la paciencia y el tiempo del estimado lector con estas descargas tan extensas que más bien parecen largometrajes de Cecil B. De Mille que artículos de prensa

 
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