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Mis lindas Camionas...[1] Imprimir E-mail
Martes, 22 de Marzo de 2011 02:13

 

Freya Schneider / Ideas de Toda Índole o Ideas Sin Género
Fue escrita en el año 2004 y decidimos publicarla nuevamente sin ningún cambio, ni siquiera modificamos los errores de redacción que tras los años transcurridos podemos percibir...La pregunta que se nos queda rondando es ¿cuánto ha cambiado la realidad que describía esta columna?.

Este es un texto elaborado por Freya Schneider, parte de las Ideas de Toda Índole o Ideas Sin Género. Fue escrita en el año 2004 y decidimos publicarla nuevamente sin ningún cambio, ni siquiera modificamos los errores de redacción que tras los años transcurridos podemos percibir...La pregunta que se nos queda rondando es ¿cuánto ha cambiado la realidad que describía esta columna?.

Las he visto  a lo largo de mi vida de muchas formas. Recuerdo aún la primera imagen, nuestro primer encuentro, cuando cruzaba cada vez que iba a comprar a un negocio de pobla, en donde yo me “fondeaba” por aquellos años  en pleno 1975, con la repre y mis miedos encima. Era todo lo contrario a lo que se vivía por aquel entonces. Con la mano bien agarrada de “su mujer” era un verdadero espectáculo de libertad: inquietante, provocador, visualmente ruidoso, oscilante y explosivo a la vez...

El “espectáculo” del que hablo, por cierto, era una imagen en principio tan sistémica como muchas veces lo es nuestro entendimiento: un hombre y una mujer, una pareja formada como Dios manda!... Un hombre rechoncho, 1.68 de alto, pelo perfectamente recortado, protector y  ganchero. Perfectamente  sistémico, si no hubiera sido por  los pechos que pude encontrar en una segunda mirada…Pechos  fijados a su cuerpo como sello, como marca,  para que nadie olvidara que: “se ven las caras, se ven las caras, pero nunca el corazón...” (Así mismito como dice la canción).

Ella fue una de las muchas que he visto y conocido en lugares, es bueno decirlo,  que no frecuentan la mayoría de las que acceden a esta revista.

Es fácil reconocerlas a través de los tiempos[2] : pantalón de tela, mocasines de cuero negro o café bien lustrados, camisa escocesa, aunque ahora se rearman entre jeans y zapatillas. Es fácil reconocerlas con su cigarro tomado, jugando pool, adicta al fútbol, a la música popular y a los combos cuando son necesarios. Es fácil, reconocerlas “con el tumbao que tienen los guapos al caminar”, cuando saludan, pues muchas  lo hacen dando la mano… Es fácil reconocerlas, porque a menudo de los a menudos no están junto a nosotras y cuando aparecen o nos vuelven locas o nos hacemos las indiferentes...

Ellas son las tráiler, las pegaso, las camionas, las maría tres cocos....

Ellas, en muchos casos y es bueno decirlo, son minos, pero con un cuerpo de mina, que por opción ha sido desdibujado por los atuendos, ocultado por las  ropas de hombre que utilizan.

Las camionas (sería bueno que revisaran algunos escritos sobre Bucth y Femme. En internet hay un montón)  no son algo sencillo, es más  y me atrevo a decir, a modo de abrir el debate, que creo  son lo más cercano a la proyección de la “loca” gay, pero desde el mundo lésbico por lo que no es raro,  argumentando en favor de esta hipótesis, que las mismas lesbianas desarrollen muchas  conductas discriminatorias hacia ellas,  en donde el miedo es fundamental, pues dime con quien andas y te diré quien eres...

Es así como los gays, y así lo confirman los últimos estudios, discriminan a la loca, por funá. Yo agrego que además, debe ser por misoginia ante la imagen femenina que ellas proyectan.

Diametralmente opuesta, pero con características similares es nuestra relación con la camiona: para muchas es demasiado evidente y para otras es difícil entender que exacerben, como lo hacen, la imagen masculina[3] . Resultado: Discriminación.

Me consta que muchas de ellas no terminaron la enseñanza media, pero no me consta que esta sea una característica general y lo indico , pues este hecho tal-cual pasa con la “loca”, ha servido para generar estigmatizaciones que lo único que hacen es fortalecer la discriminación, por eso resalto, que no estoy hablando de la camioneta : mezclilla , pelo corto, pero fashion, sino  del mino, del camión con acoplado , del tolva, ni siquiera del gentleman asociado más a la camioneta, que tiene varios menos caballos de fuerza que la camiona. Estoy hablando de la mujer que hay que mirar dos veces para reconocer que es nuestro par, a lo menos biológicamente y sobre la cual muchas veces se emiten sonoras carcajadillas o  expresiones animadversas asociadas a su aparición  como ésta: 

Na que ver la mina, yo soy lesbiana porque me gustan las mujeres, no los minos...Shi...!

Esa pura exclamación, que he escuchado muchas veces, reafirma la discriminación ya mencionada y  de la que son objeto, pues a veces discriminamos lo que no conocemos. La verdad es que en general sucede que a veces -muy pocas veces por lo demás- que “estamos juntas, pero no revueltas…”

Todo esto genera desconocimiento  general y quizás del tipo más básico, ese que  no nos permite ni siquiera hacer esta diferenciación: mientras las lesbianas se enamoran de mujeres lesbianas, ellas por lo general se enamoran de mujeres heterosexuales, es decir, por ahí se la juegan en primera instancia (no haré en este punto un ensayo sobre la diversidad de construcciones de pareja que existen, ya que no  es el punto que me convoca[4] ).

La discriminación para las camionas es fuerte. Muchas, desde una perspectiva biológica, asumen la identidad lésbica (o nosotras se las adosamos) sólo por el hecho de tener un cuerpo de mujer, situación  fuerte (para ellas), pues  dificulta su ¿construcción trans? u otra construcción, lo que es complejo, pues me consta que sus exigencias, sus necesidades no son las mismas que nosotras poseemos. Recuerdo acá mi encuentro con una chica trans (de mujer a hombre) que estaba triste, pues no sabía qué hacer, qué hormonas tomar  para tener barba, para agravar su voz y eso es una necesidad importante de analizar: una en torno a la forma en que no se generan espacios  que permitan que surjan liderazgos de estas identidades y se construyan así exigencias más políticas, más revolucionarias que su misma imagen y dos en relación a lo que tiene que ver con cómo el género nos oprime, nos normaliza, diciendo que sólo hay dos posibilidades para expresarse: hombre ó mujer.

Más arriba escribía: dime con quien andas y te diré quien eres... Lo escribo porque muchas de nosotras no estamos con minas muy masculinas, porque nos podríamos funar (me refiero a pasar piola en nuestro lugar de trabajo, con nuestra familia en algunos casos, etc...) y eso nos pone en frente a ellas, que son en si mismas una verdadera revolución, un verdadero acto de rebeldía, pues se han ido contra todo, no como nosotras, que mal que mal, vivimos de mil formas acomodándonos a  este sistema. ¡Pero ellas no! , ellas actúan como minos, se visten como minos, están en muchos casos transitando por el cuerpo femenino de que han sido dotadas, pero ojo!, porque  minos tampoco son, pues  no duden en que los privilegios que en este sistema los varones han  tenido, no los han podido tener ellas, por muy masculinas que sean.

Les propongo en este punto que piensen en las respuestas que ustedes o sus amigas darían  a las siguientes preguntas:

·         ¿Iría a mi casa con una camiona?
·         ¿Cuántas “camionas con “acopleitor” van a la disco, o a los pubs que frecuento?
·         ¿Permitiría que una amiga camiona me fuera a buscar al trabajo?
·         Conozco a alguien que piense que las camionas están cagadas de la cabeza?
·         Tuve alguna compañera camiona mientras estudié.

Si analizamos las respuestas, nos daremos cuenta, que si bien es cierto, estas se alimentan de los actos lesbofóbicos del sistema en contra de nosotras (algunas apenas asumen su lesbianismo con la familia para estar llevando a un mino -mina[5] a su casa!) son y eso es bastante importante,  menores que la discriminación que sufren estas nenas, pues nosotras siendo discriminadas nos vemos ¿en la obligación? de discriminarlas, lo que ha aportado en gran medida al discurso camionfóbico que existe.

Puede ser que mis percepciones estén erradas en alguno o varios sentidos, lo que no sería extraño , pues no ha existido debate, no conozco muchas camionas organizadas, mas en lo que creo no equivocarme, es en la necesidad de darnos cuenta de nuestros  prejuicios, para que no seamos las que pensamos que las camionas son ultra violentas, que son ignorantes, alcohólicas, delincuentes y otras cosillas más, que definitivamente empobrecen un discurso integral , inclusivo, de respeto por nuestras diferencias y aceptación y comprensión  de la diversidad.

Por un mundo más justo, a pensar un poquito en lo que a esta camioneta se le ocurrió, porque , lo que no he contado , es que tengo grandes amigas camionas, tengo historias junto a ellas que me hacen exclamar con propiedad que son mis lindas camionas, camionas a las que hoy les dedico esta columna.

Dedicado a mis amigas de siempre, las que estuvieron en mis días difíciles y que me defendieron como si hubiese sido una princesa...

A ustedes, Pato y  Roberto

FREYA SCHNEIDER

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[1] Columna escrita en el año 2004. He hecho algunas pocas modificaciones, desde ese tiempo hasta ahora.
[2] En realidad voy a hablar de mis tiempos, pues es casi autobiográfico.
[3] Hago alcances en torno a lo que indicaré más adelante y que se relaciona con las carencias, de hecho la mayoría de mis amigas camionas no terminaron de estudiar y viven de alguna pensión de los padres  o trabajan en la feria.
[4] Este verano nada más se casó una chica con un chico. El chico era trans (travesti) y ella era camiona. Se casaron por el civil y su matrimonio los tuvo a la trans de mujer y a la camiona de hombre, en donde lo que más importaba es que se amaban. Este es un ejemplo en medio de muchos otros que podría mencionar.
[5] Y discúlpenme si hay una camiona leyendo, pero creo que los adjetivos y los nombres que doy están en un marco de discusión, de abrir debate y bajo ningún punto de vista son peyorativos. Yo soy camioneta y antes que eso maricona  y con gusto.

 
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