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Una amplísima victoria de Macri y su derecha-centro Imprimir E-mail
Martes, 12 de Julio de 2011 21:21

Emilio Marín / La Arena
La primera vuelta en Capital se saldó con una victoria del PRO de Mauricio Macri por 19 puntos sobre el Frente para la Victoria de Daniel Filmus. Así el ballottage estaría prácticamente definido.
El domingo que se votaba en la Capital Federal, en la Semana Política de este diario se escribió: "la posibilidad de que la fórmula del PRO gane en primera o en segunda vuelta es una posibilidad que el kirchnerismo tiene en cuenta. Que Cristina Fernández no haya asistido a los actos de campaña con Filmus-Tomada (sí los invitó a algunos actos del gobierno nacional), es un indicio de esa cautela. Parece un error político. La presidenta de buena imagen debió jugarse más al lado de su postulante porteño. Aún en caso de derrota de éste, habría sumado otro valor a CFK: que no deja solos a los leales".
El cronista estaba abriendo el paraguas antes que llueva. Apenas sospechaba una lluvia fuerte y no el tremendo aguacero que inundó la Capital.
Que Mauricio Macri obtuviera el 47 por ciento de los votos y le sacara una legua de diferencia, 19 puntos para ser exactos, a Daniel Filmus, sólo podía estar en la imaginación de los macristas más frondosos. Suponía 5 puntos más que los adjudicados por las encuestadoras más afines y también superar en más de dos puntos su cosecha excepcional de 2007.
Esto último es lo más notable de los guarismos. Que Macri ganara y por un margen amplio, era esperable. Que colectara más votos que la elección anterior, eso es lo más desconcertante. Querría decir que a esa ancha franja del electorado porteño le pareció mejor este Macri, al cabo de cuatro años donde no cumplió las variadas promesas hechas en 2007.
Lo paradojal de la política es que si muchos porteños están ahora un poco mejor que antes no fue por la gestión del ingeniero Macri sino por el rebote y/o acciones directas de las políticas del gobierno nacional. Verbigracia: gracias a los subsidios, tomar el colectivo o subte allá cuesta $1.10, mientras los cordobeses oblan $2.50.
Sólo una fracción exigua de los votantes reconoció ese mérito de CFK, lo que permitió a Filmus pasar del 24 por ciento de la otra pulseada al 28 por ciento de anteayer. El resto siguió votando al PRO, como si no le importara la desatención de los hospitales, los embates represivos de la UCEP, el calvario de los docentes, la falta de viviendas y el espionaje ilegal de Palacios-James.
¿Cuántos habrán sido los votantes que fueron seducidos por el consejo de Durán Barba de aludir al amor, la felicidad y otros lugares comunes de los discursos del jefe de gobierno? Unos cuantos. Pero el cronista sospecha que fueron muchos más los votos del centro-derecha del distrito, los mismos que antes fueron para los radicales, los cavallistas, los demócratas, los duhaldistas, los lilitos, etc, que se canalizaron para el PRO. Se sabía que Mauricio es Macri y ahora se sabe que el PRO es el agregado de todas esas las corrientes derechosas de la Capital. Ejemplo: ¿la UCR es sólo el menos del 2 por ciento que votó por Silvana Gíudici? No. Es más que eso, pero el resto de sus votantes siguió a Macri.
Colados, abstenerse.
El ingeniero tiene derecho a festejar su victoria. Es suya, de Durán Barba, de La Nación y Clarín, de la constructora Caputo y de los dirigentes del PRO que sostuvieron la campaña. Entre éstos, Horacio Rodríguez Larreta (ex funcionario de la Alianza), Cristian Ritondo y Diego Santilli (ex duhaldistas), Germán Montenegro (ex justicia cómplice con la dictadura), etc. Otros, arribistas como el rabino Sergio Bergman, no tienen tantos pergaminos como aquellos y es dudoso el voto que haya aportado de la colectividad.
En ese núcleo duro del macrismo prevaleció el sentido antikirchnerista que lo anima desde 2003, cuando el apoyo de Néstor Kirchner a Aníbal Ibarra impidió que Macri se coronara en el ballottage. Desde entonces, y sobre todo por razones políticas e ideológicas, el jefe de gobierno está animado de un fuerte sentimiento de revancha contra el kirchnerismo. Sólo en este sentido es razonable el punto de vista de Joaquín Morales Solá, que en La Nación (11/7) tituló "Voto ´anti´, el gran ganador".
La dirigencia del PRO tiene bien en claro lo que detesta del gobierno nacional. Su dirigente "agrario" es Luciano Miguens, ex presidente de la Sociedad Rural Argentina, porque estuvo contra la resolución 125 y las retenciones a la soja. Su frustrado ministro de Educación fue Abel Posse y se entiende que haga causa común con muchos genocidas y deteste la política de derechos humanos. Su secretario de relaciones internacionales es el duhaldista Diego Guelar, con lo que resulta obvio su rechazo a la política de Unasur; el ex banquero fue embajador en EE.UU. y acuerda con las "relaciones carnales" con el imperio. Rodríguez Larreta fue funcionario en la Anses y el PAMI, y es comprensible su odio con los Kirchner que mejoraron sensiblemente el rendimiento de ambas reparticiones.
En cambio, es menos razonable que ese mismo rencor al Frente para la Victoria y al peronismo exista en los votantes del PRO, una minoría de los cuales dice que votaría por CFK en octubre. Minoría. Porque la mayoría de ese electorado, aún el del sur más pobre, se embanderó y votó como si Villa Lugano fuera Recoleta. O queriendo ser Recoleta.
Aclarar ese fenomenal equívoco era uno de los temas para Filmus-Tomada-Cabandié y sus listas colectoras de Ibarra y Cerutti. A juzgar por el resultado, es una de las asignaturas pendientes y difícilmente se apruebe el 31 de julio.
Macri y los suyos tienen muchos motivos para festejar. No así los colados Elisa Carrió, Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde, cuyos candidatos dieron grima. Ese terceto hizo declaraciones como si fuera parte del 47 por ciento del PRO. Los datos oficiales dicen que sus listas obtuvieron el 3.31, 1.76 y 0.29 por ciento respectivamente. Los colados, afuera de Costa Salguero.
Lo agridulce del FPV.
Se sabe que la política no es una ciencia exacta; incluso alguien puede decir que un vaso está medio lleno y otro que está medio vacío, sin estar faltando completamente a la verdad.
Filmus salió a hablar recién a las 23 horas y no lucía precisamente como un vencedor ni muy feliz que digamos. Ya no estaban a su lado los ministros del gobierno nacional que habían pasado a saludar. Menos aún estaba allí Cristina Fernández, ni físicamente ni por teleconferencia.
El candidato del FPV rescató haber logrado su lugar para el ballottage, un desafío que -aseguró- va a cumplirlo tal como marca la constitución porteña. Esta decisión es positiva: es legal y también marcará diferencias con Carlos Menem, que no quiso ir al ballottage con Kirchner.
El orador también reivindicó la más alta cosecha del FPV en el distrito. Esto también es verdad, pues en la primera vuelta de 2007 tuvo cuatro puntos menos.
Haber ingresado en la segunda vuelta supuso una victoria sobre Pino Solanas y la lista de Proyecto Sur, que hasta el conteo oficial del domingo soñaban despiertos con repetir el 22 por ciento del 2009. El cineasta bajó a menos del 13 por ciento y quedó en un lejano tercer puesto.
Solanas quiere desquitarse de la "polarización" negando el voto en segunda vuelta a Filmus. Ha dejado en "libertad de acción para el segundo turno" a sus votantes, como si fuera lo mismo votar a Macri, a Filmus o en blanco. En esto se parece a los trotskistas del PO, que han adoptado una posición similar.

¿Pino trosco-peronista?
Por supuesto que las limitaciones y errores de la fórmula kirchnerista no deben ser atribuidas a Solanas ni a ningún otro partido ajeno. Deben ser buscados al interior del kirchnerismo. A saber: No instaló en la campaña cuáles eran sus propuestas concretas. Puede haberlas concebido, pero no fueron puestas en negro sobre blanco ante el público. Sólo estaba claro su antimacrismo en general y su crítica a la negativa a debatir. Por caso, ¿por qué no propusieron bajar un 30 por ciento los impuestos?
No armó una lista amplia y pluralista, sino una exclusivamente peronista, dejando de lado a referentes como Julio Piumato y otros. En un distrito de tintes tan antiperonistas, como la Capital, parecía mejor una construcción frentista más plural. Con "La Cámpora" no alcanza.
La campaña del FPV no tuvo la suficiente audacia y contenido político. Había que poner toda la carne al asador: actos con participación de Cristina Fernández, hablar más concretamente del sentido reaccionario del gobierno de Macri, plantear otro tipo de "seguridad" en vez de "Cinturón Sur", proponer un salariazo y baja de impuestos, sumar a la CGT y CTA a la campaña, y hacer actos masivos y recitales con los artistas populares más comprometidos. Habría que indagar en estos tópicos y no decir livianamente que "con Boudou nos hubiera ido mejor".
 
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