Olga Viglieca / Diario Z / Rimaweb Con habilitaciones truchas funcionan locales -clubes vip, saunas, tugurios- donde explotan a mujeres y criaturas privadas de su libertad por tratantes, proxenetas y socios. El gobierno porteño no dice ni cuántos son ni cuántos clausuraron.
Si El Cairo es la ciudad de los mil minaretes, Buenos Aires es la de los mil prostíbulos. Lo denuncian las organizaciones que luchan contra la trata y la explotación sexual con listados y direcciones a los que se les presta poca atención. Son saunas y whiskerías, discretos departamentos, clubes de lujo, locales que funcionan con un mínimo de seis mujeres o criaturas esclavizadas. La cuenta es fácil: por lo menos 6.000 Marita Verón están prisioneras en los barrios porteños para lucro de tratantes, proxenetas y asociados. Las mujeres prostituidas en la Ciudad no escapan a las generales de la ley: proceden de los países limítrofes, de las provincias del NOA, del conurbano. Suelen ser chicas muy jóvenes y muy pobres, reclutadas con la promesa de un buen trabajo. Pero terminan prisioneras de una red que, primero, las someterá a un "ablande" brutal, un cóctel compuesto de violaciones, privación de alimento, drogas, alcohol, amenazas contra la familia hasta doblegarlas. Luego las llevarán por distintos prostíbulos -en la ciudad y en las provincias- para evitar que alguien las ayude a escapar o que se creen solidaridades entre ellas. Algunas serán "mejoradas" para vender a España, Chile, México, Brasil. En el circuito VIP, cotizan quienes cumplen los requisitos de exotismo y extrema juventud gratos a los compatriotas pero sobre todo a los turistas norteamericanos y europeos que buscan carne fresca. No se libran ni los nenes. La Coalición Alto al Tráfico y la Trata denunció ante la Brigada Niñ@s del Ministerio de Justicia de la Nación indicios de prostitución infantil. "Nuestros operadores de calle han detectado a niños, escondidos en las sombras de la noche, controlados por los proxenetas, esperando ser contactados desde los grandes hoteles", señalan. La asesora general tutelar del Ministerio Público porteño, Laura Musa, también dijo que existe "explotación comercial de adolescentes y familias cómplices, especialmente se usan algunos conventillos del barrio de La Boca. Las instituciones que tienen que investigar no lo hacen". Los entendidos señalan que, paradójicamente, las chicas más chiquitas sufren mayores violencias. Laceraciones, moretones, quebraduras, quemaduras, a manos de tratantes y de los clientes. Noches crueles de Balvanera Cuando alguna razón obstruye el reclutamiento, las redes pasan al secuestro liso y llano al estilo de la tucumana Marita Verón o de la neuquina Florencia Penacchi, la estudiante de Ciencias Económicas que desapareció en 2005 en Palermo. Ludmila tiene una voz suave y dice que preferiría mirar hacia delante, retomar sus cosas, olvidarse. Que se pasó muchos días asustada, casi sin salir a la calle, que en la Comisaría 8ª "no le dieron bolilla", y que le gustaría "sentirse mejor y dejar todo atrás". Pero que si sirve para impedir que se lleven a otra chica, habla. Y habla: dice que se bajó del colectivo, que iba por Hipólito Yrigoyen, en la cuadra de la Facultad de Psicología, a encontrarse con un amigo, que vio una sombra detrás de un árbol y que la sombra -una mujer- la agarró con fuerza y le dijo que se quedara quieta que no la iba a lastimar. Que ella una vez había escuchado en unas jornadas de la FUBA contra la trata al hermano de Florencia. Y gritó, pateó, pegó hasta que sintió que la tenaza cedía y corrió. Que lo que más la indignó fue que en la esquina de Urquiza había un operativo con cinco patrulleros. Y le dio más miedo: habían tratado de secuestrarla con un operativo a 100 metros. Un segundo caso trascendió en abril, con una estudiante de Psicología: "Dos hombres se bajaron de una camioneta blanca, la golpearon en el estómago, e intentaron meterla adentro. Ella gritó y logró escapar", explica Fernanda Gallo, del centro de estudiantes. A esa altura, docentes, estudiantes, organizaciones de mujeres convocaron a una reunión. Allí, los estudiantes del IUNA, que también cursan en el barrio, informaron de un intento de secuestro en Yatay y Corrientes. Y que dos alumnos habían visto, en Belgrano y La Rioja, una Traffic blanca parada en el semáforo que tenía los vidrios tapados con bolsas de nailon y desde donde salían gritos de mujer. En ese punto, la Unidad Fiscal de Asistencia en Secuestros Extorsivos y Trata de Personas (Ufase) tomó cartas en el asunto y entrevistó a las víctimas para comenzar una investigación preliminar. Diario Z conversó con la secretaria Alejandra Mángano, que lleva el caso. ¿Es habitual en Buenos Aires reclutar a través del rapto? En general no. Pero vimos últimamente varios casos de este tipo en la Ciudad y sus alrededores, con lo cual estamos empezando a dudar de que sea así. En Lanús, en Morón, en Quilmes, y en la Ciudad hubo un caso en Constitución y otro entre Bajo Flores y Lugano. Son casos denunciados, están muy incipientes. Chicas desaparecidas hay un montón y no se sabe si no fueron privaciones de este tipo. ¿Cuántas son un montón? De los últimos informes oficiales surgen unas 600 chicas. El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos tiene un registro de desaparecidos menores de edad obligatorio. En el caso de las mayores, está diversificado, y es un problema. "Por cada mujer que encontramos, desaparecen siete. Las bandas son muy poderosas", explica Fabiana Túñez, coordinadora de La Casa del Encuentro, una organización feminista popular que los días 3 de cada mes se planta frente del Congreso para exigir la aparición con vida de las mujeres secuestradas y que este delito sea considerado un crimen de lesa humanidad. Noticias de ayer María Cash, 29, diseñadora, se despidió de su papá en Retiro el 4 de julio. Iba a Jujuy a vender ropa. No se sabe por qué se bajó antes del micro. No se sabe por qué abandonó su mochila al costado de la ruta. No se sabe por qué no contesta el celular. No se sabe donde está. No se sabe nada, en realidad, de María. Excepto que desapareció en una zona donde capturan mujeres y niñas para prostituirlas. Segunda: A principios de mes, la Cámara Federal de Apelaciones de la Capital confirmó el procesamiento de un hombre, acusado de integrar una red que reclutaba chicas en República Dominicana y las ocultaba en la Ciudad mientras les gestionaba asilo ante el Comité de Elegibilidad para Refugiados (Cepare, que depende de Dirección Nacional de Migraciones). Después, las alquilaban a prostíbulos del interior. Existe una orden de captura contra sus cómplices y la Justicia pidió que se investigue si hubo "connivencia de personal de la Dirección Nacional de Migraciones". La investigación, iniciada por la Ufase, partió de una denuncia del Cepare, extrañado por el crecimiento de las solicitudes de refugio para mujeres jóvenes dominicanas, que tenían en común haber pagado a alguien para que les gestionara el viaje y les consiguiera un (buen) empleo. Finalmente -una muestra de la tranquilidad con la que operaba la red-, la mayoría de las chicas hizo sus trámites de asilo acompañada por el mismo hombre, Julio Almonte Javier, un dominicano con DNI argentino, de 36 años, que ahora duerme en la cárcel de Ezeiza. La sospecha de que en el país operaban redes de trata comenzó a fines de los 90, en un contexto de empobrecimiento masivo de la región. La paridad peso-dólar volvía valioso un salario "convertible" para ayudar a la familia en el país de origen. En esos años, miles de dominicanas llegaron a Buenos Aires sin que Migraciones se interesara por averiguar a qué venían esas mujeres jóvenes, solas y evidentemente sin recursos, quién les pagaba el viaje y por qué. Muchas eran madres, lo que las volvía más vulnerables a la extorsión. Una vez en Buenos Aires les secuestraban el pasaporte y las obligaban a prostituirse para "devolver" el dinero del pasaje, los trámites, el alimento, el lugar donde vivían. Una deuda impagable que crecía cada día. Una chica que logró fugarse dijo que creía estar en Madrid, no en Buenos Aires. La cónsul dominicana calculó que tenía más de 6.000 compatriotas en la Ciudad. La segunda ola de dominicanas llegó en 2008. Las solicitudes de radicación treparon en un solo año (2007) de 663 a 1.168, según Migraciones. Las autoridades argentinas repatriaron a cientos de mujeres: en un solo avión encontraron 58 traficadas. Las mafias buscaron entonces nuevas alternativas. Por ejemplo, el pedido de asilo que investigó la Ufase. Las morenas le cambiaron la cara a Buenos Aires. Hoy existe un "barrio" de dominicanas en Constitución y sus hijos van a las escuelas de la zona. Inmigrantes prostituidas coexisten con modestos restaurantes típicos y peluquerías especializadas en el pelo enrulado de la raza negra. Si las mujeres prostituidas en manos de las redes viven en esclavitud, la minoría que se "independiza" queda sujeta a las represalias de los cafishios y al hostigamiento policial. La Asociación de Meretrices de República Argentina (Ammar) denunció el 28 de septiembre del año pasado que la Comisaría 8ª había reprimido en forma brutal a mujeres dominicanas en Plaza Miserere. "Una mujer adulta deja mil dólares por mes a cada proxeneta. Si es menor, la cantidad se duplica y si las niñas son vírgenes, hay que multiplicar por cinco. La vida de una víctima no es mayor de 12 o 14 años. Para mantenerlas cautivas, los proxenetas las hacen adictas y alcohólicas", explica Fabiana Túñez. Ella y sus compañeras saben de lo que hablan. A La Casa del Encuentro llegan a pedir apoyo tanto las familias que buscan a sus hijas como las víctimas liberadas. La caja histórica La explotación sexual es una de las cajas negras tradicionales de la policía, al punto de que, cuenta el periodista Ricardo Ragendorfer, la llaman la caja "histórica". Esta connivencia se verificó en junio de 2010, cuando el jefe de la División de Trata de la Policía Federal, Jorge Omar Fernández, fue separado de su cargo acusado de conformar una asociación ilícita dedicada a coimear y regentear prostíbulos. En marzo de este año, un megaoperativo de 600 gendarmes y prefectos allanó simultáneamente 50 bares, boliches y cabarets en distintos barrios porteños, incluidos Constitución, Palermo, Bajo Flores y Recoleta. Encontraron menores prostituidas, actas policiales falsificadas, papeles donde se contabilizaban supuestos pagos mensuales de los prostíbulos a la comisaría de su jurisdicción. Hubo una sola detenida. A partir de la documentación hallada, los fiscales de la Ufase, Marcelo Colombo y Marcelo Raffaini, señalaron como involucrados con las redes de explotación sexual a seis comisarios, quince subcomisarios y unos setenta policías de una docena de comisarías, distribuidas en seis de las ocho circunscripciones porteñas. El 31 de marzo, la ministra de Seguridad, Nilda Garré, relevó a 47 de los 53 jefes de comisarías porteñas, entre ellos cinco de los seis comisarios asociados a los prostíbulos. Ciegos y mudos En su campaña por la reelección, el jefe de Gobierno Mauricio Macri afirmó varias veces que llevará adelante "una dura batalla para recuperar y devolverles la libertad a las mujeres y a los menores que son víctimas de ese flagelo". Es importante que reconozca que en la Ciudad que gobierna existen esclavas. Pero sus cuatro años de gobierno quitan verosimilitud a la promesa. Por ejemplo, el veto de Macri a una ley que creaba en la Ciudad una oficina contra la trata de personas similar a la nacional. En estos años, el Gobierno porteño hizo algunas cosas: habilitó una línea telefónica gratuita 0800-333-47225 (FISCAL) para atender denuncias, firmó un convenio de colaboración con la Ufase y abrió un refugio con capacidad para 18 víctimas cuya dirección es secreta. Episódicamente, colocó un kiosquito color amarillo con folletería sobre el tema en Retiro y las estaciones de tren. Ningún funcionario consultado por Diario Z, sin embargo, pudo decir cuántas víctimas fueron liberadas, ni cuántas recibieron ayuda ni cuántos prostíbulos clausuraron. Los funcionarios suelen encogerse de hombros, dicen que la trata es un delito federal y los excede. Es una verdad a medias porque la trata viene acompañada de explotación sexual. Y la ley 12.313 prohíbe desde 1936 los prostíbulos y la explotación sexual por cuenta ajena. Es suficiente para intervenir. Alcanzaría con que los fiscales contravencionales de la Ciudad despegaran algunos de los miles de papelitos que tapizan los barrios porteños con oferta de sexo pago para saber quiénes violan la Ley de Profilaxis y dónde tienen cautivas "a las mujeres y los menores" que Macri quiere liberar. Alcanzaría con que los inspectores de la Agencia Gubernamental de Control vieran prostíbulos donde hay prostíbulos y esclavas donde hay esclavas. Que la Policía Metropolitana dé la bienvenida a los federales expulsados por sus vínculos con tratantes y proxenetas tampoco es auspicioso. Por ejemplo, el actual comisionado mayor de la Metropolitana, Ricardo Cajal, expulsado en 1998 de la Federal por proteger prostíbulos de San Telmo. O Miguel Fausto Colombo, amigo de Fino Palacios, que debió renunciar como jefe de Investigaciones de la nueva policía antes de ser juzgado por las mismas razones. En su momento, la legisladora Diana Maffía indicó que entre los jefes contratados por la Metropolitana "había seis comisarios procesados por protección de prostíbulos". Con el fiscal general de la Ciudad, Germán Garavano (partidario de reglamentar la prostitución y denunciado por privación ilegítima de la libertad en operativos de desalojo), nos fue imposible hablar, aunque en su oficina nos proveyeron de media docena de teléfonos. La Agencia Gubernamental de Control no respondió. La directora de la Mujer, Gloria Stegmann, fue muy cordial y entregó a Diario Z un documento de 20 páginas con definiciones teóricas, copias de protocolos internacionales y material asequible en internet pero ninguna respuesta concreta. Mientras los funcionarios inflan globos y reparten papelitos de colores, miles de mujeres y criaturas, desaparecidas en democracia, permanecen prisioneras, sometidas a horribles vejaciones, esperando que alguien las rescate. Amén. Dónde recurrir • Ufase 25 de Mayo 179 3º Piso 4331-2158 / 4331-2223
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. • Ufisex. Lavalle 1171 Piso 7. 4382-6552 / 4331-5208. • Oficina de Rescate y Acompañamiento a las Víctimas de Trata 5300-4014 y 4042. • División Trata de la Policía Federal: 4342-7352 y 4832-9116. • Departamento de Trata de Gendarmería: 4310-2852. • Explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescente: 0800-222-1717. • La Casa del Encuentro: Rivadavia 3917 4982-2550 15-5938-4357 DZ/km |