Argentina. Despedida a Effy, una artista y guerrera del género Imprimir
lgbtti
Sábado, 29 de Marzo de 2014 11:31

Infojus / Notas

Effy tenía apenas 25 años y como artista pudo poner una grieta allí donde el discurso parecía sólido y homogeneizante. Y entendió muy pronto que “mujer” era un significante político, que mujer no se nace sino que se hace.
Fue una agresión transfóbica generalizada lo que escuchó Effýmia hace algunos años: “Aunque vos te sientas mujer, te crezcan tetas, tomes hormonas, te operes los genitales, nunca serás mujer porque no menstruás ni sabes lo que eso significa”. Si la definición de mujer depende de una mancha, Effýmia –estudiante de Arte en el IUNA– realizó una performance donde su cuerpo sangra en trece botellitas. La obra se llamó “Nunca serás mujer” y el arte queer comenzó a definir sus metas: “problematizar el discurso hegemónico en un tiempo y espacio específico”. Effýmia, Effy Beth, Elizabeth Mia Chorubczyk, murió ayer, era muy joven.

 

Si la obra social Osde ofrece en algunos planes el 100% de cobertura en una o dos cirugías estéticas para cada miembro del grupo familiar, Effy tuvo que llevar a la obra social a la justicia para que cubriera su cirugía de reasignación genital. Pero al momento de entrar al quirófano, lo tuvo que hacer sin asistencia de la prepaga que transgredió sus obligaciones de acuerdo a la Ley de Identidad de Género.

El artículo 11 de la Ley dice al final de su texto que “Todas las prestaciones de salud contempladas en el presente artículo quedan incluidas en el Plan Médico Obligatorio, o el que lo reemplace, conforme lo reglamente la autoridad de aplicación”. Los argumentos que Osde daba a Effy desconocían abiertamente la letra de la norma. Pese a eso, insistió. La realidad es que muchas chicas trans que desean o desearon operarse no suelen contar con las herramientas ni la contención necesarias para emprender la lucha contra una institución privada tan fuerte.

Con la negativa de Osde fue a la Superintendencia de Salud que la respaldó diciendo que la decisión de la obra social era “parcial, arbitraria, caprichosa y tendiente a justificar una práctica negativa de cobertura a la que el paciente tiene derecho a acceder sin intervención judicial”. Aun así, Osde continuó negándose. Es necesario subrayar que si algunos planes regalan cirugías estéticas parecen ser solo aquellas destinadas a reforzar los estereotipos de género.

Effy tenía apenas 25 años y como artista pudo poner una grieta allí donde el discurso parecía sólido y homogeneizante. Y entendió muy pronto que “mujer” era un significante político, que mujer no se nace sino que se hace. El último proyecto en que estaba trabajando era “Effy ofrece sexo oral”. “En un lugar apartado, yo estaba sometida a recibir de a uno a quien quisiera recibir un sexo oral”. Una vez que pasaba el/la interesado/a “le ponía unos auriculares que estaban conectados a un reproductor, le abría las piernas, me arrodillaba ante la persona y le obligaba a que me sujetara el pelo. Luego apretaba el play una vez que posicionaba el reproductor en mi boca, y miraba al participante mientras le masajeaba las piernas hasta que me notificara el fin del servicio”.

Lo que escuchaba quien quisiera el servicio eran historias verídicas de violencia sexual narradas en primera persona. Murió Effy, una artista única que hizo de su cuerpo la superficie de inscripción.

 

http://www.infojusnoticias.gov.ar/nacionales/despedida-a-effy-una-artista-y-guerrera-del-genero-3595.html


Hasta siempre Effy!

¡Hasta siempre Effy!

Ni diosa ni princesa, GUERRERA. Así se definía Elizabeth Mia Chorubczyk, Effy, artista estudiante del IUNA, que murió el miércoles 26, con tan sólo 25 años. Y se trata de una pérdida irreparable. No sólo porque el movimiento por la diversidad sexual perdió una militante incansable, sino también porque se fue alguien que supo convertir en arte la violencia transfóbica que sufrió desde muy chica.

“Una vez una persona me dijo: aunque vos te sientas mujer, te crezcan las tetas, tomes hormonas, te operes los genitales, nunca serás mujer porque no menstruás ni sabés lo que eso significa”.

Este es el ataque que recibió de alguien que pretendió negar su identidad de género. Sin embargo, nada la detuvo y la inspiró a realizar la obra Nunca serás mujer. Una obra en la que, manera de acto ritual, Effy realizó en un año 13 performances, representando sus menstruaciones. En cada performance se refirió a experiencias que la afectaron en su devenir mujer, muchas de ellas relativas a la violencia machista a la que cotidianamente debió enfrentarse.

Desde muy temprano percibió que los genitales masculinos con los cuales había nacido no correspondían a su deseo. Y partir de la sanción de la Ley de Identidad de Género obtuvo la posibilidad de presentarse en Osde, su obra social, para solicitar una reasignación de género. Sin embargo le negaron el derecho a recibir tratamiento gratuito y no dudó en efectuar la denuncia ante la Superintendencia de Servicios de Salud. Tuvo que pagarse ella misma la intervención, para luego pasar a reclamar a la obra social el reintegro del dinero.

A modo de homenaje, reproducimos unas de sus últimas reflexiones realizadas en su muro de Facebook el pasado 23 de febrero:

GÉNEROS DOMESTICADOS.

Viví una pubertad, adolescencia y parte cuasi adulta transitando las calles de Buenos Aires con vestimenta e identidad masculina. Luego, hace poco menos de 3 años, experimento a diario transitar las mismas calles con vestimenta e identidad femenina. Muchas veces comparto situaciones que vivo en la calle, y tanto los hombres, como algunas mujeres, minimizan esos relatos o la implicancia de los mismos. Aprendí un montón de cosas poniendo el cuerpo día a día, y veo muchas consecuencias directas en mi intimidad pero un ejemplo bastante llamativo creo puede resumirlo.

Ayer, caminando en la calle con un amigo, pasamos por varios lugares donde me imaginé pasar sin él, y qué tan diferente hubiese sido no sólo por lo que podría haber pasado, sino y más importante, por cómo yo me hubiese sentido, cómo hubiese predispuesto mi cuerpo, cómo se hubiese acelerado el corazón, o bajado la mirada, o tensado la espalda.

Hace tres años que caminar sola por la calle ya no es lo mismo para mí. Antes me protegía mi identidad masculina, ahora estoy oprimida, y la opresión no es algo que empieza en mí, es una cuestión social y política.

Desearía yo poder sentirme igual caminando sola que acompañada de un varón, o que cuando yo misma representaba ser un varón.

Ese deseo creo que es lo que mejor describe la violencia que muchas personas naturalizan. Lo describe aún más que cualquier hecho puntual, general, repetido o único. Ese deseo de tranquilidad al caminar sola, o ese extrañar las largas caminatas donde caminaba sola con mis pensamientos sin tener que destinar ninguna fibra de mi mente o cuerpo en el otro, esa es la mayor evidencia irrefutable de lo que muchos tratan de minimizar, aislar, o inclusive, culparme.

 

http://notas.org.ar/hasta-siempre-effy/