Hablar de feminismo: “El feminismo no es un movimiento contra nadie, sino por la libertad…” Imprimir
Miércoles, 17 de Diciembre de 2008 01:35

 

Carmen Alborch - Alma Gloria Chávez en El Cambio de Michoacán   
 
En los albores del siglo XXI sería injusto no reconocer que han sido los movimientos liberacionistas femeninos quienes han influido enormemente para lograr que la condición jurídica de la mujer a nivel mundial presente cambios fundamentales en las costumbres sociales y políticas de la humanidad.


Las mujeres, a través de las distintas épocas, hemos desplegado grandes esfuerzos de reflexión y acción en la búsqueda de lograr el reconocimiento expreso y específico de nuestros derechos humanos y de ello hay numerosos antecedentes, tanto en diversos documentos como en hechos históricos trascendentes. Por citar sólo uno de ellos, el heroico sacrificio de las cerca de 200 obreras que murieron en Nueva York, el 8 de marzo de 1908, cuando reclamaban iguales derechos laborales que los hombres.

Es innegable que a través de los siglos la concepción patriarcal que ha prevalecido en el mundo ha sido plasmada en los distintos instrumentos nacionales e internacionales, al considerar al hombre (varón) como paradigma de la humanidad, situación que se ha reflejado en los derechos humanos, en su lenguaje, en sus ideas, valores, costumbres y hábitos, pues los mismos sólo tienen como referencia a una parte de la humanidad: la masculina, a través de cuyos sentimientos y pensamientos se nos ha ubicado en la sociedad como seres inferiores: sumisos y dependientes, sin derecho a nuestra identidad genérica.

Históricamente hablando, sabemos que el patriarcado (supremacía masculina institucionalizada) surgió en el cuarto milenio antes de Cristo en Mesopotamia y que se extendió gradualmente por el mundo, enfrentando numerosos desafíos. No obstante, ha sido el feminismo el primer movimiento que lo desafía como tal, al exigir las mujeres ser tratadas como seres humanos con derechos, el derecho a una salud sexual y reproductiva plena y sana; el derecho a conservar nuestros ingresos; el derecho a acceder a la tierra y a las facilidades financieras; el derecho a ser tratadas con dignidad… en fin, a gozar efectivamente, en igualdad de condiciones y oportunidades de los derechos de que gozan los varones.

Los distintos movimientos de mujeres a nivel mundial han continuado la labor de promoción y vigencia efectiva de nuestros derechos y libertades fundamentales, luchando por una formulación global de los derechos humanos con perspectiva de género.
Para entender esto mejor, basta señalar que la Declaración de los Derechos Humanos, proclamada en 1948 para definir los derechos humanos de la persona, tomó como base el término genérico “hombre”, que aún cuando incluye a la mujer, no la refleja, no la define como ser individual y por tanto, este concepto no tomó en cuenta las diferencias humanas y principalmente las especificidades de las mujeres.

Fue en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, celebrada en Viena en 1993, que la comunidad internacional organizada por primera vez, se vio precisada a declarar y reconocer que los derechos de las mujeres son también humanos, al señalar que “los derechos humanos de las mujeres y de las niñas son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales”.
El logro más visible del género femenino es el de haber colocado en la agenda pública mundial la temática de la mujer en todos sus aspectos, especialmente el referido a la violencia contra la mujer como una violación a sus derechos humanos. Aunque la violencia contra la mujer constituye un grave problema social a nivel mundial, no ha sido sino hasta años muy recientes, ante las constantes demandas de mujeres y de grupos femeninos organizados, que se ha logrado ponerlo en la palestra pública para tratar de prevenirlo, erradicarlo y sancionarlo.

El feminismo es ética, política, filosofía, cultura. Es un movimiento de liberación por la igualdad entre los seres humanos. No para que las mujeres seamos iguales a los hombres, si no para que se ejerza la equidad entre ambos. El feminismo reconoce que todas las personas tenemos el mismo valor, los mismo derechos y las mismas posibilidades de realizarnos como seres autónomos.

En palabras del colectivo La Revuelta, el feminismo… “intenta develar las apariencias y comprender el mundo como uno solo. Porque una visión política que desconozca los problemas domésticos por los que ha de pasar una obrera para militar en su sindicato, no es una visión feminista, como tampoco lo sería aquella que mide las posibilidades de lucha solamente en cuanto a enfrentarse al dominio del marido. Para el feminismo (además a las mujeres no nos queda alternativa) es necesario analizar todos los problemas a la vez: los de clase y los de sexo, los íntimos y los públicos. Es esta visión de las feministas uno de los aportes más importantes para la transformación de las condiciones actuales de vida”.

Muchos son los ejemplos que señalan las prácticas que construyen una educación discriminatoria, los cuales se proyectan en prácticas de vida con las consiguientes frustraciones y desequilibrios. En la medida en que se perpetúe una percepción rígida de lo que es masculino o lo que es femenino y su asociación a estereotipos inflexibles, el desarrollo -tanto del hombre como de la mujer- adolecerá de deficiencias que perjudicarán la convivencia, tanto al interior de la familia (relación entre hermanas y hermanos, esposa y marido, convivientes, etcétera.) como de la sociedad en su conjunto (instituciones sociales, culturales y políticas).

Por estas razones, quienes participamos de nuevas propuestas educativas y que creemos en su potencial liberador, estamos comprometidas(os) a promover por todos los medios y sensibilizar a toda la sociedad en torno a este importante aspecto de la vida: una educación humana “no sexista”.

Algunas de las propuestas a adoptar:

-Posibilitar el desarrollo de programas de perfeccionamiento docente en los cuales se aborden los temas de la identidad de género.
-Motivar a los(as) docentes a revisar su práctica profesional detectando posibles discriminaciones de género.
-Tomar conciencia de la distribución del poder no equitativo entre hombres y mujeres dentro del cuerpo docente.
-Incorporar contenidos de educación sexual y relaciones humanas en los distintos niveles de la educación, sin sesgos discriminatorios.

Para los medios de comunicación:

-Tomar conciencia de los modelos que están transmitiendo a su público, a través de programas, publicidad y noticieros, en términos de la imagen estereotipada de hombre y mujer.
-Revisar los contenidos del lenguaje oral y escrito, detectando los sesgos sexistas del mismo.
-Desarrollar espacios y programas donde se planteen estos temas de debate para aportar en el proceso de toma de conciencia en relación a ellos.
Hablar de feminismo es hablar de la relación justa, respetuosa y solidaria entre hombres y mujeres.
 

Última actualización el Miércoles, 17 de Diciembre de 2008 06:32