"Los nudos de Julieta Kirwood" Imprimir
Miércoles, 20 de Junio de 2012 16:16

Gioconda Espina / Codigo Venezuela

Le apareció un nódulo en una mama y luego otro en el cerebro, ambos centros de operaciones del cuerpo femenino.

La noche en que velaban a Julieta Kirwood en la Casa de la Mujer La Morada (casa de las feministas de Santiago de Chile que ella fundó y aún existe), tembló en Chile, sus compañeras corrieron a sus casas, con sus hijos, antes de que llegara el toque de queda a las 12 de la noche. Eso fue el 8 de abril de 1985, a doce años de dictadura. Tres amigas suyas se quedaron. A estas amigas que se quedaron, a las que la acompañaron en la Clínica Las Condes, a las que tuvieron que irse y a sus compañeras de trabajo en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, entrevistó Raquel Olea, quien no la conoció personalmente, sino a través de los testimonios y de sus escritos dispersos, ahora recogidos y clasificados en tres libros de FLACSO: Feminarios (compilado por Sonia Montecino), Ser política en Chile. Las feministas y los partidos (compilado por Teresa Valdés y Ana María Arteaga) y Tejiendo rebeldías (compilado por Patricia Crispi).

Sacando cuentas veo que si tampoco yo la conocí fue porque ella fue a Bogotá y a Lima, a los dos primeros encuentros feministas latinoamericanos y del Caribe, mientras que yo fui por primera vez al tercero, en Bertioga, Brasil. Quienes sí debieron conocerla fueron Giovanna Mérola y Katina Fantini, de Venezuela, que fueron a Bogotá y Lima. Las venezolanas murieron de lo mismo que Julieta, de nudos en el cuerpo. A Julieta le apareció un nódulo en una mama y luego le apareció otro en el cerebro, los dos centros de operaciones del cuerpo de una mujer, como si asumiera el suyo el mal de la sociedad en la que le tocó vivir. Dice Raquel Olea: “su cuerpo habla de una rebeldía, de la incompatibilidad de una feminidad pensante, incompatibilidad que la cultura ha asignado a la construcción teórica de la feminidad, al eterno femenino” (Olea, 2009:22). Nudos en la cultura, nudos en el país, nudos en el cuerpo, nudos en el tejido que hacía y deshacía durante las reuniones, sólo escuchando, pensando, hasta tener algo que decir y pedir la palabra. Cuando pensó editar sus artículos feministas, pidió a su amiga Riet Delsing su foto de nudos para la portada y le informó que de nudos iría el título. Por eso, cuando la editorial Cuarto Propio reeditó Ser política en Chile, lo tituló Los nudos de la sabiduría feminista.

Entre 1979 y 1985 Julieta y sus compañeras comenzaron a romper lo que llamó el largo silencio feminista y prepararon el que llamó resurgimiento. Le tocó a ella combinar los conversatorios (parece que fue ella quien llevó el término al feminismo) con la investigación sobre las mujeres en FLACSO, hasta convencer a sus colegas de la importancia del tema y de la importancia que venía tomando en toda Latinoamérica. Fue precisamente en la sede de la Academia de Humanismo Cristiano, donde había sido acogida temporalmente FLACSO, donde Julieta promovió los conversatorios de los Círculos de Estudios Feministas, que sacaba un boletín y de los cuales surgirían después el Centro de Estudios de la Mujer y la Casa de la Mujer La Morada. A quienes todavía se atreven a decir que en Venezuela aún no es la hora de plantear la despenalización del aborto, hay que recordarles que en dictadura y teniendo como sede la cristiana donde se reunían, Kirwood corrió el riesgo y escribió sobre el aborto; desde luego, perdieron la sede pero valió la pena porque el tema se planteaba por primera vez en Chile ¿A que no arriesgan su curul diputadas?

Casi todos sus artículos feministas los escribió en el boletín de los Círculos y en la revista Furia, del Frente de Mujeres Socialistas, que también creó en 1981. En Furia firmaba con el pseudónimo Adele H., como la hija de Victor Hugo, porque –interpreta Raquel Olea la elección del pseudónimo— como la otra, Julieta “paga el precio cobrado a una existencia femenina por la total precipitación de sí misma en su elección” (Ibíd.: 36). En uno de los números de Furia ratificaba lo que, hasta hoy, es una de las consignas más importantes del feminismo, lanzada y coreada en Lima en 1983: “democracia en el país y en la casa”.

En sus 66 páginas amorosamente escritas, Olea rastrea en los textos de Kirwood sus fuentes primordiales para su posicionamiento como feminista y socialista y encuentra a los existencialistas Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Albert Camus, así como Marx, Weber y Foucault y, más recientemente, a las teóricas feministas Monique Wittig; Juliette Mitchel y Anne Oakley. De los dos primeros admiró también su modo de vivir en pareja. Ella, que tenía ya dos matrimonios y dos hijos, vivió con Enzo Faletto “esta forma de relación amorosa, sin drama ni demandas” (Ibíd.: 62).

Fuentes: 

Raquel Olea (2009). Julieta Kirwood. Teórica y activista del feminismo chileno. Editorial Universitaria de Santiago de Chile (Col. Grandes de Chile).

 

Última actualización el Miércoles, 20 de Junio de 2012 16:19