Lo que sucedió al gobernador de Ichimayé - Historia Sagrada del Pueblo Qom... Tomo 1 Imprimir
Domingo, 08 de Mayo de 2011 23:13

Flavio Dalostto

Y dijo el gobernador de Ichimayé, con lanza en la mano: -¡A por los rebeldes al rey, a por los traidores a Am-Asóm! ¡No perdonéis a nadie, ni hombre ni mujer ni niño! ¡Este mal debe cortarse desde la raíz!

Y se desparramaron rodeando el muro a medio terminar, para encerrar a los qompí y las tribus. Y se aterrorizaron los qompí, porque iban a matarlos a todos; pero salió aquella mujer sobre quien bajó Qotó-Late’é (la Madre de las Palomas), y les dijo: -Traed una niña extranjera (del Pueblo Agregado).

Y se la trajeron, una lulejita que tenía ocho años.
Y les dijo a los qompí, la mujer: -Dadle una honda con una piedra.
Y se la dieron, y la niña tomó la honda con su piedra, y la pioxonaxá le dijo: -Haz lo que tienes que hacer.
Y ella nunca había tirado con honda, porque era juego de niños varones; pero tiró, y salió la piedra con gran velocidad.

Y he aquí que los extranjeros ya entraban sobre los qompí a corte de espada y a lanza larga. Y el gobernador de Ichimayé, al frente de todos sus soldados y peleadores por precio.
Pero resulta que la piedra, que tiró la niña, salió volando con fuerza, y se incrustó en el medio de la frente del gobernador, y éste cayó a Tierra, muerto.

Y cuando vieron los príncipes extranjeros y todos los soldados y peleadores por precio, lo que había sucedido con su capitán, gritaron, y tuvieron terror de Dios.
Y los qompí, al ver caer al gobernador de los enemigos, por piedra infantil, gritaron: -¡Qad’ta’á salva! ¡Qad’ta’á salva! ¡No se salva el que confía en su hacha o en la cantidad de sus soldados o en lo grueso de sus muros; se salva quién tiene al Nogüét por Torre Fuerte, por Montaña Viva, por Quebracho de Hierro!

Y huyeron los extranjeros, desparramándose miedosamente por toda la Tierra. Y salieron de Laqangayé, los qompí y las tribus, con hacha, lanza y macana. Y los corrieron y mataron miles de Uadaní y de Chané y de Lulej y de Tonocotéj y de Ichimayé, así como soldados del rey, en ese día. Pero había resto de estas naciones agregadas que moraban entre los Hijos de Qom y de las Tribus, y éstos eran de la religión de Nogüét, la Fuerza de Qad’ta’á; porque Dios no hace distinguimiento entre qom, chaqueño y extranjero, siempre que su corazón camine en la Ley del Nogüét, la Ley que trae Paz, Justicia y Libertad.

Dice la Ley de Mosé: “No tendrás más dios que Qad’ta’á, No usarás el Santo Nombre Aÿemaÿóm en forma malvada o miedosa, No te inclinarás ante estatuita fabricada con mano de hombre ni te arrodillarás ante imagen hecha con pensamiento de persona, no matarás, no robarás, no mentirás, no quitarás la mujer a tu vecino, amigo o pariente, no envidiarás, no despreciarás”.

Y quedó aturdida toda la gente que quería el mal para los qompí retornados y las tribus amigas; porque una niña pequeña había matado al gobernador puesto por el rey de Am-Asóm. Y se dijo la gente enemiga: -¿Si al gobernador con todos sus ejércitos derrotó una niña?, ¿Qué nos harán a nosotros, que somos gente pobre y sencilla? Mejor nos escondemos en el bosque y en el campo, a fin que no nos maten los Hijos de Qom.

Y llegó noticia a Ichimayé y a Apupém, que Darí el rey había muerto, porque se le había parado el movimiento del corazón; y todo el reino quedó aturdido.

Entonces, Nqataxacoquín amasomita, hermano de Darí, se sentó en el taburete del rey de Am-Asóm, y reinó sobre las provincias de Am-Asóm, Paitití, Aqaqorí, Mojo, Basíl, Qarayé, Qaaguasú, Qaasapá. Y nadie se le resistió, y dominó toda la Tierra.

Y Nqataxacoquín era un devoto de Qad’ta’á, admirador de los Hijos de Qom.
Y dijo Nqataxacoquín rey de Am-Asóm: -Por la mano de Qad’ta’á soy Rey de Todos, y domino el Mundo en la Paz de las Naciones. Es mi deseo que todas los Pueblos y tribus de mi reino, estén en Paz, felicidad y que prosperen económicamente, en la Ley del Nogüét. He sabido del gran sufrimiento de la gente bajo el pie de Paitití, de Toqantín y de Darí rey de Am-Asóm, y de cómo fue rebajado el Pueblo Qom y las tribus a la condición de esclavos, y de cómo fue beneficiado por el rey Ilatartén, permitiendo que un resto de ellos retorne a la Tierra chaqueña, para re-construir el Templo de Dios, en Laqangayé.

Ahora, yo decreto que nadie, ni rey ni gobernador ni soldado ni persona bajo mi mano, moleste a los Hijos de Patagón, a los Hijos de Qom o a cualquier Devoto de Qad’ta’á, el Más-Alto de los dioses; y que nadie frene su Obra Santa sobre las Tierra de Laqangayé y las provincias de Talá y de Ororó-Lcó, toda la Tierra chaqueña que Dios preparó para ellos, y extrajo desde el fondo mismo del Mundo, para que no se manchen sus pies con sangre derramada ni jueguen sus niños con hueso quebrado por la guerra.

Dejad, pues a ese Pueblo tranquilo, edificando la obra para nuestro Dios, aquél que fabricó todas las cosas y que provee a toda criatura, su mantenimiento.

¡Alabad a Ta’á!
Y el rey Nqataxacoquín nombró nuevos gobernadores en Ichimayé, en Apupém. Y eran de raza qaingáng; y en Laqangayé confirmó por gobernador a Asside de la raza Samuqo; y a Atopeléq y Soró-Babelí, de la raza Qom, los nombró pioxonáq del Más-Alto.

Entonces, festejó la gente Qom y las tribus, porque habían recuperado el dominio de su país, bajo el reino benéfico de Nqataxacoquín y de los gobernadores qaingáng. Y se hizo fiesta de agradecimiento a Dios en todas las provincias chaqueñas donde moraba la Gente del Retorno, a saber: Ororó-Lcó, Güelgoritá, Teuco, Gualambo, Laqangayé, Ichimayé y Ñeembucú.

Entonces, Asside, Atopeléq y Soró-Babelí pusieron al Pueblo a ocupar toda la Tierra, y a restaurar el muro y la ciudad de Laqangayé, y el Templo Principal para dar adoración a Qad’ta’á.

Y moraron tranquilos, por 25 años, los qompí y las tribus chaqueñas y las tribus extranjeras que moraban en Laqangayé, en Iñaté-Talá, en Gualambo, en Ichimayé y en el Llano de Güelgoritá.