WikiLeaks: Los límites de una revelación Imprimir
Sábado, 04 de Diciembre de 2010 01:01

Thomas Cantaloube (Mediapart) / Viento Sur  - Traducción de Alberto Nadal
Tras el éxito fulgurante, el bastón frecuentemente se tuerce en el sentido contrario. ¿Es lo que está produciéndose con las últimas fugas de cables diplomáticos americanos organizadas por WikiLeaks?

La página web, que tiene por vocación publicar documentos en bruto y molestos, garantizando el anonimato de sus fuentes, ha cambiado sensiblemente de hombro su fusil para su tercera gran "entrega" que sigue emanando aparentemente de la misma persona -un soldado americano, Bradley Manning, que telecargó varios centenares de miles de comunicaciones militares y diplomáticas desde un servidor protegido del gobierno de los Estados Unidos. Tras los documentos sobre las guerras de Irak y de Afganistán, llega el turno de que la diplomacia sea expuesta a las miradas de todos. ¿De todos? No verdaderamente, no aún.

La portada de la página web de The Guardian

Contrariamente a las "fugas" precedentes, WikiLeaks ha decidido esta vez destilar su tesoro burocrático en cuentagotas. De los 251.287 cables diplomáticos en su posesión, la organización no había publicado el lunes 29 de noviembre, por la noche, en internet más que … ¡243! Lo que, dicho sea de paso, anula las pretensiones "wiki" [colaboración directa entre usuarios] de la página puesto que los internautas no tienen ningún medio de participar en esta ventana abierta sobre la diplomacia americana -dirigiéndose ellos mismos a las pesca de las informaciones que consideren pertinentes. WikiLeaks justifica esta estrategia explicando: "Los cables diplomáticos serán publicados por etapas durante los próximos meses. Los asuntos tratados por esos cables son tan importantes, y su reparto geográfico tan amplio, que proceder de otra forma no habría hecho justicia a esos documentos". El periódico belga Le Soir ha calculado que al ritmo de esta primera hornada, harían falta tres años para revelar la totalidad de los datos.

Aún más que cuando las revelaciones sobre Irak y Afganistán, WikiLeaks ha elegido apoyarse en la prensa tradicional para "validar" sus informaciones brutas, descodificarlas y hacerlas comprensibles para la mayoría. The Guardian, Der Spiegel, Le Monde y El País son los socios europeos de esta operación. Pero parece que, esta vez, contrariamente a las precedentes, el New York Times ha sido desdeñado por Wikileaks, aunque ha recuperado todos los cables gracias al Guardian que se los ha comunicado, y que consagra a ellos toda su portada del lunes. Numerosos blogs dedicados a los medios ven en esta retención un desaire del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, al que no le habrían gustado varios artículos poco halagadores en su contra aparecidos en el periódico de Nueva York. Hay, sin embargo, que interrogarse sobre la pertinencia que habría en descartar a una de las mayores y más serias redacciones del planeta, que posee además medios privilegiados para tener acceso al gobierno americano y verificar las informaciones contenidas en los cables diplomáticos.

Última crítica finalmente: las revelaciones contenidas hasta ahora en los periódicos que han podido estudiar la totalidad de los documentos no son revelaciones más que para quienes no han leído, o han leído poco, la prensa estos últimos años. "Mucho ruido para nada" es una frase que se repite con frecuencia bajo la pluma de quienes han recorrido las páginas accesibles por el momento en WikiLeaks. Incluso si la lectura roborativa de estos cables revela a menudo un estado de espíritu, un análisis o un detalle que permiten hacerse una idea más precisa sobre tal o cual acontecimiento que se desarrolló estos últimos años, no hace sino completar los que ya se sabía. ¿Es porque estos 251.287 intercambios diplomáticos no forman sino una pequeña parte de todas las comunicaciones del Departamento de Estado, y que las más interesantes siguen estando secretas? ¿O es porque decenas y decenas de periodistas han hecho bien su oficio, y recogido confidencias de las mismas fuentes diplomáticas, lo que ha permitido ya esclarecer estas problemáticas?

Sin embargo, no queda duda de que estas últimas revelaciones han provocado una minicrisis de amplitud mundial. Nadie ha ido tan lejos como el ministro italiano de asuntos extranjeros que ha hablado de un poco apresuradamente de "11 de septiembre de la diplomacia". Pero hacía ante todo referencia a la situación de su primer ministro Silvio Berlusconi. Ya debilitado por múltiples revelaciones sobre su vida privada más bien escabrosa, el Cavaliere se ve ahora sospechoso de connivencia con Vladimir Putin, pues algunas frases sibilinas dan a entender que podría tener intereses económicos en Rusia. El público belga, por su parte, ha encontrado en los cables americanos la confirmación de la existencia de cargas nucleares en su suelo, puro secreto a voces, pero que los ministros belgas de defensa no tenían derecho a evocar abiertamente. Los iraníes, por su parte, no están contentos de verse estigmatizados a lo largo de las conversaciones privadas. Pero ningún dirigente extranjero se ha ofuscado hasta el presente de la forma en que él (o ella) es descrito/a por los emisarios americanos, probablemente conscientes del hecho de que sus propios diplomáticos producen el mismo género de informes, mezclas de análisis y opiniones personales.

Del lado de los Estados Unidos, la reacción del establishment político ha sido uniformemente negativa. Numerosos políticos, tanto de derechas como de izquierdas, han denunciado públicamente estas fugas y proclamado que "ponían en peligro a hombres y mujeres en todo el mundo", sin verdaderamente explicar porqué ni cómo. Un puñado de republicanos, que jamás se queda corto en las pujas, ha reclamado que WikiLeaks sea clasificado entre las organizaciones terroristas… Hay que señalar igualmente que la tonalidad muy negativa de la mayor parte de los cables en lo referido a las discusiones con Irán o Corea del Norte (aquí tampoco nada nuevo) ha excitado visiblemente el campo de los "duros" que no demandan más que un enfrentamiento militar con esos dos Estados.

Por otra parte, numerosos analistas de las cuestiones de seguridad parecen de acuerdo en decir que estas últimas revelaciones pueden producir el efecto contrario a lo que WikiLeaks pretendía. De forma un poco ingenua, WikiLeaks justifica así sus fugas: "Esta publicación de documentos revela las contradicciones entre la fachada pública de los Estados Unidos y lo que se dice en las antecámaras -y demuestra que si los ciudadanos de una democracia esperan de sus gobiernos que reflejen su voluntad, deberían pedir ver lo que ocurre entre pasillos". Pero estas fugas van sobre todo a llevar a un refuerzo de los procedimientos de seguridad en materia de intercambio de cables diplomáticos. Desde que el Pentágono está al corriente, ha reforzado sus redes informáticas y el personal que tiene acceso a ellas. En cuanto a la diseminación de las acreditaciones "seguridad-defensa" desde hace una decena de años (está estimado que cerca de 900.000 personas poseían una en 2010 en los Estados Unidos), va sin duda alguna a conocer un frenazo, restringiendo el tipo de fuga de la que se ha aprovechado WikiLeaks.

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1º de diciembre 2010
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