Muere Espartaco, el esclavo libertador Imprimir
Sábado, 12 de Marzo de 2011 02:26

Muerte de Espartaco, primavera del año 71 antes de nuestra era: sus camaradas enterraron su cadáver y jamás apareció.

Carlos Rivero Collado / Kaos en la Red

Inicio hoy la serie “El Diario de la Historia” en que los grandes hechos del pasado, como la muerte en batalla del gran Espartaco, son expuestos como noticias periodísticas, no crónicas históricas.

Espartaco, uno de los seres más nobles y heroicos que ha dado la humanidad, ha sido por más de dos mil años un símbolo de la libertad y de los pueblos oprimidos. Su lucha a muerte contra la Roma imperial ha sido una gran inspiración para la humanidad. Hoy su ejemplo perdura en los pueblos que se enfrentan al capitalismo y a las agresiones del imperio yanqui y sus cómplices.

Antes de entrar en la información que hoy nos ocupa, veamos, como de costumbre, algo de actualidad.

1-. Al margen de la noticia

A) El nuevo Bush: Cuando Obama le dijo, textualmente, a Gadafi, la semana pasada, que tenía que abandonar el poder, estaba repitiendo lo mismo que le dijo George W. Bush a Saddam Hussein unos días antes de la invasión a Iraq, en marzo del 2003.

--Tengo un mensaje muy claro –dijo, además, Obama-- para los que están alrededor del coronel Gadafi. Es su responsabilidad la forma en que se conduzcan en el futuro y serán encontrados culpables por cualquier violencia que tenga lugar allá (I have a very clear message to those who are around Col. Gadhafi: It is their choice to make how they operate moving forward and they will be held accountable for whatever violence continues to take place there)

Eso está copiado, también, de lo que dijo Bush sobre los que rodeaban a Hussein. No me explico como Obama no dijo que Gadafi tenía armas de destrucción masiva.

Es la misma insolencia prepotente que usó Truman con Corea en 1951, Eisenhower con el Líbano en 1956, Kennedy con Cuba en el 62, Johnson con Vietnam y Santo Domingo en los 60, Nixon con Camboya en los 70, Reagan con Irán y Grenada en los 80, Bush con Iraq y Panamá a fines de los 80, Clinton con Yugoslavia en los 90 y el otro Bush con Afganistán, Iraq y Pakistán después del 2001.

Es la retórica ensoberbecida del insolente, enloquecido Imperio.

He venido diciendo que Obama es otro Bush desde que, dos días después de su elección, anunció que el ultra-sionista Rahm Israel Emanuel iba a ser Ministro de la Presidencia –Chief of Staff--. Recordarán los amables lectores que, a pesar de que lo apoyé durante la campaña electoral, empecé a criticarlo setenta y dos horas después de su elección. Y ahí en el archivo de noviembre y diciembre del 2,008 están los muchos artículos que dediqué a eso.

Obama ha traicionado al pueblo estadounidense, al que le prometió todo lo que no ha cumplido ni va a cumplir y merece que le hagan un referéndum revocatorio --es una pena que no exista a nivel federal-- como el que van a celebrar aquí en Miami el martes que viene.

Ahora vemos que hace tres días, Obama decretó el restablecimiento de los juicios militares en la infame prisión de la Base Naval de Guantánamo, ocupada ilegalmente por el Imperio, desde hace 109 años, en contra de la voluntad de todo el pueblo cubano. El cierre de esa prisión fue el primer anuncio que hizo Obama unas horas después de tomar posesión de la presidencia hace más de dos años.

Obama ha traicionado todas sus promesas desde que inició su carrera política aspirando a Senador por Illinois en el 2004: el fin de las guerras del Oriente Medio, el fin del bloqueo a Cuba, el cierre de la prisión de Guantánamo, la solución del grave problema de los inmigrantes ilegales, la coexistencia pacífica con los países de sistemas políticos diferentes, la solución del problema palestino, la no-intervención en los problemas internos de los demás países, la penalización de los bandidos de Wall Street, el cierre de las cárceles secretas y mucho más (Hitler tuvo cárceles monstruosas, pero no secretas; cárceles secretas no ha tenido ningún tirano de la historia, ni Assurbanípal ni Atila ni Luis XIV ni Felipe II)

B) Los bombardeos 'buenos' y 'malos': desde que comenzaron las guerras de Afganistán e Iraq y los bombardeos a Pakistán, cientos de miles de civiles inocentes han sido asesinados por las fuerzas de la OTAN, o sea del imperio yanqui y de tres o cuatro gobiernos capitalistas que actúan como lacayos del Imperio.

Hace unos diez días, el Imperio asesinó a nueve niños afganos, de doce años y menos. La semana pasada otro bombardeo asesinó a diez civiles. A principios del mes pasado, un bombardeo en la provincia de Kunar asesinó a 65 civiles, entre ellos 40 niños. Es el presidente Hamid Karzai quien denuncia estas masacres de civiles inocentes, en su mayoría niños, no los enemigos de su gobierno que ha sido impuesto por el Imperio.

Para el Imperio y sus cómplices ésos son buenos bombardeos porque se hacen para combatir a las fuerzas del Talibán que tienen el apoyo de la gran mayoría del pueblo afgano, pero cuando el presidente Gadafi recurre a bombardear a los insurgentes que se han alzado contra su gobierno disponiendo de las armas más modernas, incluyendo cohetes antiaéreos, entonces ésos no son bombardeos, sino masacres de la población civil. O sea que los bombardeos buenos son los del Imperio y los malos, los de sus enemigos.

C) Gadafi, Osama y el 11 de Septiembre: si se prueba lo que ha dicho Gadafi de que Osama ben Laden y Al Qaeda están detrás del levantamiento armado en Libia, ésa sería la prueba definitiva de lo que he venido diciendo desde el 20 octubre del 2,001, en que pronuncié la conferencia “Imperio del Terror”, en la sede de la Alianza Martiana, aquí en Miami: que ben Laden es un agente del Imperio y que el 11 de Septiembre fue una autoagresión para justificar las guerras del Oriente Medio y aumentar la riqueza de la industria bélica estadounidense, espina dorsal del Complejo-Militar-Industrial-Terrorista.

Vayamos, entonces, a El Diario de la Historia y la noticia sobre la muerte de Espartaco.

2-. LA BATALLA FINAL

El Diario de la Historia, Calabria, República Romana, primavera del año 682 de Roma. En la tarde de ayer, según informa esta mañana Acta Diurna, tuvo lugar el encuentro definitivo entre el esclavo libertador Espartaco y el esclavista liberticida Marco Licinio Craso, Cónsul de la república y el ciudadano más rico de Roma y sus posesiones imperiales. La batalla ocurrió a orillas del Río Sílaro, en la región de Calabria, cerca del Estrecho de Messina, en el extremo sur de la península italiana.

La pelea fue feroz, infatigable, bestial, encarnizada. Espartaco fue herido en una pierna con una flecha y siguió combatiendo de rodillas hasta que varios legionarios lo atacaron, causándole la muerte. Hubo miles de muertos, de ambos bandos.

Concluida la batalla, los legionarios de la república imperial, al mando de Craso, asesinaron a cientos de mujeres y niños que estaban en la retaguardia de los combatientes. La carnicería fue espantosa, típica de todo imperio.

La represalia asesina de Roma no se limitó a los inocentes: seis mil rebeldes prisioneros están siendo crucificados en la Vía Apia, de Roma a Capua. Miles de combatientes, que huían de Italia hacia las Galias para escapar de la derrota, han sido asesinados por las tropas de Pompeyo que hace varios días habían salido de las Hispanias.

Se cree que el cadáver de Espartaco fue enterrado por sus camaradas y aún no ha aparecido.

En el campamento de los gladiadores, ocupado por Craso, había miles de prisioneros romanos. Ninguno había sido maltratado.

3-. LA BARBARIE

Hace más de dos siglos se celebró en un mercado de reses, para entretener el funeral de un aristócrata, la primera lucha de gladiadores de la historia. Eran tres criminales contra tres prisioneros de guerra, todos condenados a la última pena. La pelea era a muerte. A los que vencieron se les conmutó la pena por la que seguía en severidad. Los tres supervivientes regresaron a presidio y después fueron vendidos como esclavos. Los que murieron ganaron porque alcanzaron la libertad.

La lidia de gladiadores ha tenido a partir de entonces muchos cambios, aunque el objetivo final se mantiene el mismo: la lucha a muerte entre dos seres humanos para entretener a un público que no los considera así.

Al principio, los ricos mantenían a grupos de gladiadores y los entrenaban por su cuenta. Después, el Estado reguló las peleas y abrió las escuelas. Ya no sólo se celebraban en los eventos de los ricos muertos, sino en las fiestas de los ricos vivos. Ya no se trataba de condenados a muerte que peleaban por su vida, sino de seres vivos que luchaban para no morir.

Los esclavos, sobre todo los tracios, galos y samnitas, formaban el grueso de los mejores gladiadores, pero también había criminales que peleaban por su libertad y hombres libres que luchaban por fama y dinero. Si se distinguían en la lidia y sobrevivían a varias peleas, los esclavos podían alcanzar la libertad y hasta la ciudadanía romana.

4-. LA LIDIA

Por la tarde se presentaban los combates a muerte … con fondo musical. Los esclavos de los entrenadores azotaban a los gladiadores desde las barreras para enfurecerlos y que atacasen a sus oponentes con mas brío. Al caer herido un combatiente y hallarse a merced del triunfador, era el promotor del evento el que decidía su suerte, de acuerdo al deseo del público. Si el caído había peleado con coraje o si su estilo de pelea era del agrado general, muchos agitaban sus pañuelos, el promotor ponía el pulgar de su mano derecha hacia arriba y al gladiador vencido se le perdonaba la vida … ese día. Si no había pañuelos o si eran muy pocos, el promotor apuntaba con su pulgar derecho hacia abajo y el perdedor tenía que morir. En este combate feroz, la fiereza del gladiador competía con la ferocidad del público.

No se puede entender la historia de Roma ni la psicología de su pueblo, sino se comprende el más popular de todos sus espectáculos, esta monstruosidad que El Diario de la Historia ha condenado muchas veces. No se entiende que el país que, en muchos aspectos, sea el más civilizado del mundo, pueda ser en esta cuestión el más salvaje, ni como pueden los romanos llamar bárbaros a quienes viven más allá del Rubicón mientras en Roma e Italia se practique esta barbarie.

5-. EL ESCLAVO DE TRACIA

A esta clase de seres condenados a vivir como animales salvajes pertenecía Espartaco, el esclavo tracio de noble linaje que hace unos años se convirtió en el caudillo de los que unos llaman Tercera Guerra Servil y otros Guerra de los Gladiadores, que ha sido la amenaza más grave que ha tenido Roma desde Aníbal.

Espartaco nació en la Tracia y su familia pertenecía a la nobleza númida. Se dice que siendo pastor nómada de ovejas, fue obligado a enrolarse en el ejercito romano, del que desertó. Fue hecho prisionero y vendido como esclavo. Por su gran fuerza física y coraje fue llevado a la escuela de gladiadores de Capua, la mejor de Italia, en la que sobresalían los esclavos galos y tracios.

Al llegar a Capua, Espartaco se enteró que su hermana Mirza había sido esclavizada en Roma y obligada a ejercer la prostitución con el nombre de Rodopea. Esto fue, para él, un golpe aun mayor que su propia desgracia.

6-. LA REBELIóN DE LOS GLADIADORES

Un día, setenta gladiadores, dirigidos por Espartaco y los celtas Erixo y Enomao, sometieron a los custodios y escaparon de la escuela-prisión de Capua. Después de ocupar un vagón lleno de armas, llegaron hasta cerca del Vesubio. El Senado envió al propretor Clodio Glabro, al mando de tres mil legionarios. Sitiados en lo alto del volcán, los gladiadores se descolgaron mediante sogas, sorprendieron a los romanos, causándoles muchas bajas, y provocaron la huida de Clodio.

Roma envió, entonces, al pretor Publio Varino al frente de dos legiones, pero los insurrectos escaparon y llegaron a Lucania.

Al conocerse la rebelión, miles de esclavos de todo el sur de Italia abandonaron sus pueblos y campos y se unieron a los rebeldes, cuyo ejército llegó a tener unos 80,000 combatientes.

Espartaco le declaro la guerra a la república imperial. Los gladiadores entrenaron a los esclavos en el arte del combate, fabricaron todo tipo de armas y artefactos de ataque y defensa, y llegaron a dominar a todo el sur del país.

7-. EL MOMENTO HISTóRICO

Era el año 680 de Roma. Hacía trece años de la muerte de Mario y diez de la de Cinna. Nueve años antes, Sila había abandonado su poder tiránico, caso insólito, y tres que había muerto. César estudiaba en Rodas y viajaba a Atenas para admirar su genial pasado. Catilina fracasaba en sus ambiciones políticas y Cicerón, quien era Cuestor en Sicilia, trataba de destruir al ex-gobernador Cayo Varro. Catón no era censor aún, pero ya censuraba mucho al pueblo. Craso compartía con Pompeyo el poder de Roma.

8-. OTROS TRIUNFOS

Espartaco venció a los dos cónsules elegidos en el año 681 de Roma, Léntulo y Publícola, quienes se le habían enfrentado con sendos ejércitos, y obligó a sus tropas a retirarse hacia el centro de Italia; aunque el pretor Quinto Anio, actuando a nombre de Publícola, venció a Erixo, quien al frente de veinte mil esclavos había decidido actuar por su cuenta.

Al frente de unos cien mil seres humanos, de los cuales más de la mitad eran combatientes, Espartaco atravesó los Montes Apeninos y llegó hasta el Valle del Po, en la Galia Cisalpina. Derrotó en Módena al gobernador Cayo Casio Longino Varo y al pretor Cneo Manlio.

Su plan era traspasar los Alpes y desbandar a su ejército para que los antiguos esclavos, en su mayoría celtas, galos, helenos y asiáticos, regresaran a sus hogares; pero sus ayudantes, estimulados por las victorias militares que habían tenido, se negaron a seguirle y lo obligaron a regresar al sur para proseguir la guerra.

9-. LA DEBACLE

Al regresar a Italia, la fuerza que se le oponía era mucho mayor que la del año anterior. Los gladiadores avanzaron más al sur e invernaron en la ciudad de Thurii. El Senado le dio al cónsul Craso el mando único de las tropas que Roma podía oponer a la rebelión. Espartaco sólo contaba con la tercera parte de su ejército original, pues los galos, suevos y alammanes se le habían separado.

Espartaco tuvo que retirarse al pueblo de Regio, en la península Brutania, en el extremo sur del país. Intentó llegar a Sicilia para provocar un levantamiento en esa región, en la que ya había habido grandes rebeliones de esclavos, pero los piratas que tenían que proveerle las embarcaciones, lo traicionaron.

Craso situó a sus legiones en el estrecho que separa a la península del resto de Italia.

Aun así, con su ejército muy reducido, Espartaco rompió el cerco, venció a dos legiones y ordenó una marcha desesperada sobre Roma para reunir, otra vez, a todo su ejército y lograr que otros miles de esclavos se le unieran.

Craso le pidió al Senado que llamara a Pompeyo desde las Hispanias y éste comenzó la marcha por la costa mediterránea rumbo a la Galia Cisalpina. Antes de que llegaran estas tropas, Craso, al frente de ocho legiones, o sea 48,000 soldados, se enfrentó por separado a los esclavos, derrotando primero a los Galos y Alammanes, encabezados por Casto y Gaunico, quienes tuvieron más de diez mil bajas.

Espartaco se refugió en las montañas de Calabria y hace unos días llegó cerca del Río Sílaro, adonde libró su batalla final, en la que desapareció del fugaz mundo de los vivos para vivir en el mundo eterno de la gloria.

 

Próximos artículos:

Derrotado en Waterloo, llega Napoleón a París.

Mientras Napoleón mataba y destruía ...

Última actualización el Sábado, 12 de Marzo de 2011 03:57