Sobre Conciencia de Clase y Alienación Imprimir
Lunes, 26 de Octubre de 2009 00:52

Manuel Sutherland

A menudo la gente la nombra, la reclama e increpa, pero pocos parecen conocer más allá de lo que su sentido común le indica sobre este primordial elemento para la emancipación del proletariado.

¿Qué es la conciencia de clase? ¿Es espontánea?

A menudo la gente la nombra, la reclama e increpa, pero pocos parecen conocer más allá de lo que su sentido común le indica sobre este primordial elemento para la emancipación del proletariado. Dicha significación se suele confundir con la conciencia individual o una media de las conciencias de los individuos de una clase en una situación determinada, esto para nada lo explica, sólo lo enmaraña. Peor aún, el espotaneísmo no pierde oportunidad para reclamar que la conciencia de clase es inherente al ser, o que en el mejor de los casos repiten fruslerías como: “se aprende haciendo” o “se inventa en el camino”. Por ello, más que nunca, la Conciencia de clase, debe estudiarse y discutirse, para luego desarrollarla en la más profunda de las praxis.

La conciencia de clase se entiende como un saber objetivo en una situación concreta, que se vincula a la posición que cada clase ocupa en la producción y apropiación de la riqueza en un momento determinado de la historia. Dicha expresión para el proletariado constituye el interés más claro en cuanto a la necesidad de entenderse a sí como sujeto histórico víctima de la explotación y la alienación económica que separa al proletariado de los medios de producción necesarios para su subsistencia y los obliga a vender su fuerza de trabajo en condiciones desventajosas a la clase que los oprime, la burguesía.
La burguesía también tiene conciencia de clase, y en la historia ha demostrado la capacidad de entenderse a sí, como sujeto histórico del cambio social (como lo hizo al hacer revolución y enterrar aquel sistema feudal vetusto y contrario al desarrollo de las fuerzas productivas) y como constructor y dirigente de una sociedad que gira en torno a sus necesidades de producción, generación de plusvalía y abatimiento de la clase que los sostiene con su trabajo expropiado, el proletariado.

La conciencia de clase no surge espontáneamente, los esquemas inconscientes de reacción y actividad representan una base subjetiva y espontánea que permite expresar ciertos intereses inmediatos de clase, lo que se puede considerar como un básico instinto de clase. Esta aproximación a la conciencia no evoluciona de manera mecánica, y no es desarrollada con facilidad en el seno del proletariado. Entre ambos estadios del ser consciente, se erige la ideología dominante, la burguesa-liberal. Esta falsa conciencia distorsiona y encarrila la evolución del instinto de clase a la mera aceptación pasiva del sistema y a la no confrontación directa y definitiva con los responsables de las calamidades que devienen del mismo. Disfraces seudo-revolucionarios que claman por el socialismo “sin tomar el poder” son un claro ejemplo de ello.

Una conciencia puramente reivindicativa, pro-caudillesca y conciliadora con sus victimarios e incluso aparentes aliados no sólo es fruto de la inmadurez de las condiciones objetivas para la revolución, ya que ellas de por sí jamás generaran de forma automática la conciencia de clase.

Es deber de la vanguardia del partido que en exclusiva defiende y se identifica con los intereses más profundos y sentidos de la clase que labora, introducir y colaborar con el florecimiento de la ciencia marxista en los trabajadores, la cuál es la única realmente consecuente con la defensa y desarrollo de quehacer verdaderamente socialista.
 

LA ALIENACIÓN EN EL SIGLO XXI
 
“La alienación es el aspecto más importante del capitalismo sobre la personalidad”Erich Fromm
   
Pareciese difícil sentir cuando una persona se aliena, pero en esta sociedad es fácil notar como la persona se experimenta a sí mismo como a un extraño. Sus capacidades, logros, trabajos e incluso sentimientos están separados de sí y excepcionalmente gobernados por un poder (creado por sí mismo) que está por encima de él, y que lo subyuga aún venerándolo. El filósofo soviético Ogurzov considera que: “La actividad del hombre en el proceso de producción, su trabajo y los resultados de su actividad se han independizado hasta subordinarle a él mismo”. En efecto, existen fuerzas que lo separan de sí, lo castran, cercenan y destruyen su verdadera necesidad de amor y libertad, llenándolo de frivolidades que empobrecen y estorbaran cualquier intento de desarrollo espiritual. La relación que sostiene con la naturaleza y el prójimo está distorsionada y constituye la traba fundamental que trunca las posibilidades del hombre de vencer la sensación de separatidad, e impiden recuperar el sueño de la realización de sus potencialidades y ponerlo en contacto con la esencia de sí.

Develar el mundo externo sensible de su falsa idealización y despertar los poderes creadores es motivo de un profundo análisis y un complejo ejercicio de sensibilidad.

El filósofo noruego Langslet señala en Den Unge Karl Marx of Mennekets la diferencia en alemán de conceptos que generalmente son tomados de manera análoga: Entfremdung (alienación) que en sentido literal se refiere a hacerse ó sentirse extraño con respecto a “algo” y la Entäusserung(enajenación) que se suele usar en el derecho natural y en la economía para expresar que algo que forma parte del ser humano, le ha sido despojado de cualquier forma. En éste ensayo esas diferencias en la semántica alemana no son vitales, en cuanto a la disímil significación de la palabra en nuestro idioma.

Alienado en castellano, y “aliené” en francés significan en sus acepciones más antiguas un completo estado de disociación con el razonamiento, más aún, un estado de locura y ausencia de lógica total. Sin embargo, muchos estudiosos y críticos de la sociedad del siglo XIX en adelante consideran este término de una forma menos drástica, añadiéndole un carácter eminentemente social.

Una de las definiciones que principalmente se restringen al aspecto psicológico la ofrece el Doctor Seeman en On the Meaning of Alienation, en ella destaca que la alienación se refiere a un conjunto de estados psíquicos concretos experimentados por el individuo y distingue cinco experiencias de éste tipo: “La impotencia, la carencia de sentido, la anomia, el extrañamiento y la autoextrañación” Sin embargo, hay otros autores que consideramos que el origen y desarrollo de la Alienación es predominantemente social y de profundas vinculaciones a la Estructura Económica, en ese espectro, lo que Marx llamó “la Superestructura” que es entre otras: la religión, la cultura, los medios de comunicación; cumplen el papel alienador que determinada estructura socioeconómica le confiere.

Un concepto más simple, pero igual de contundente está ligado a la incapacidad del hombre de reconocerse como ente creador y con la fuerza de erigir y dominar las cosas que produce en un proceso de renuncia total de sus poderes a “algo” que lo sojuzga y maneja. Al respecto Erich Fromm comentó: “la persona alienada no se reconoce como centro de su mundo, ni creador, sus actos y consecuencias se convierten en sus amos, a los que obedecen y adoran”. Marx: “su propio acto se torna para él como un poder extraño, ubicado por encima de él y en contra de él, en lugar de controlarlo y aprovecharlo”.

La llamada naturaleza humana está profundamente influida por las condiciones socioeconómicas de su entorno, sin ser materialistas extremos, se puede observar a grandes rasgos lo que sucintamente describe Israel Joachim en Socialpsykologi: “el hombre está influido por grupos, capas y otras categorías sociales entre la que se engloba. Los roles marcan su personalidad, cuyo núcleo está constituido por respuestas interiorizadas” Por tanto, en el proceso de globalización (que en opinión de Eduardo Galeano, no es más que el viejo Imperialismo exacerbado en sus valores enajenantes y transculturales) la imposición y copia de conductas en el marco de una reproducción incesante de referentes culturales como normas de comportamiento, representa la fábrica de alienación y fetichismo de la mercancía más grande en la historia de la humanidad.

La alienación es siempre con respecto a “algo”. Ése “algo” está constreñido a un concepto de naturaleza humana ético-normativo enmarcado en concepciones humanísticas de solidaridad, armonía y cooperación; se refiere fundamentalmente a un completo estadio de necesidades humanas básicas entre las que destacan el amor, la amistad, la confianza, la salud, la alimentación balanceada y el ocio para el desarrollo de las potencialidades creadoras. Dichos requerimientos que éste el sistema socio económico impuesto, no puede satisfacer empecinándose cada vez más en disfrazarlos, distorsionarlos y sustituirlos por un conjunto de antivalores como lo son la competitividad, el egoísmo, el individualismo, la codicia, la avaricia, el conformismo, la abulia, la indolencia, el miedo al cambio y la autoexplotación para poseer el único valor de importancia……el dinero. Así es como se conforma el arquetipo de la masa caminante que en New York en un recodo de la calle ve agonizante de inanición a un ser humano que clama por su ayuda y ésta resuelve sin ambages levantar el pie y pasarle por encima sin tan siquiera verlo.

No, la alienación no separa de su cuerpo al raciocinio ni al sentido más elemental de la sociabilidad, más bien lo sustituye por algo que podríamos llamar en relación al tema como: sentido común mercantil. Éste, le permite a los más fuertemente enajenados desenvolverse sin mayores problemas en una selva globalizada de extrañación, con la supuesta “claridad” de sentirse trabajando para sí, y por lo que en “verdad” desea.

La alienación no es un fenómeno reciente, y podría considerarse como un origen histórico las primeras formas de adoración paganas. La “idolatría”, es un espejo bíblico de lo que para nosotros hoy en día representa esa fijación inhumana con el dinero y el aparato económico en el cuál se reproduce. En la Biblia tenemos un fascinante acercamiento al respecto: “Ídolos paganos, oro y plata, la obra de sus manos, tienen boca pero no hablan, tienen ojos pero no ven, tienen oídos pero no oyen……….los que los hacen son como ellos, así son los que creen en ellos”. (Salmo 135).

Los paganos de aquellas épocas (y aún diversas sectas), perciben al “ídolo” como superior a ellos, una cosa a la cuál le deben rendir sumisión y adoración total, a pesar que esa cosa es fruto de su genio artístico y de su riqueza proyectada en ella, la perciben ajena a sí mismos y sólo pueden entrar o entenderla por la vía del sometimiento y/o la servidumbre. Como el “Becerro de Oro”,vuelcan su esfuerzo a un producto de su ingenio el cuál nos responde ni soluciona inquietud alguna.

En 1841 Feurbach publicó: La esencia del cristianismo, en él va más allá de la alienación pagana referida a la materialidad pagana, Feurbach en su materialismo antropológico considera a todo ser religioso (incluso monoteísta y contrario a la edificación de imágenes y objetos representativos deificados) como un alienado. En su explicación denota que singularmente el ser humano atribuye un conjunto de cualidades extraordinarias a un Dios y para sí se arroga un conjunto de pecados y defectos. El hombre proyecta sus mejores cualidades en un Dios y para sí deviene en un ser extraño así mismo, alienándose. Ésta alienación religiosa según Marx tiene su origen en la sensación de menesterosidad, impotencia e incapacidad que se manifiesta en la imposibilidad de realizarse como persona, alcanzar el bienestar y la satisfacción de sus anhelos más básicos, en una sociedad que se lo impide y lo reduce a la miseria. Marx: “la religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón [……….] Es el opio de los pueblos”

Para Hegel, el Estado encarna el espíritu de Dios, tal como se expresa sobre la tierra, así, corresponde a los ciudadanos venerarlo como una institución superior al ser humano, independiente de las condiciones sociales e históricas en las que se desarrolla. Hegel separa al ser de su marco social, comienza la escisión entre lo público y privado, dejando al egoísmo puro imbricarse en el desempeño privado y a la esfera (separada de la sociedad) del Estado el intento de realizar el bien común. Con ello, el Estado, como lo dice Israel Joachim en la Teoría de la Alienación no sólo es una abstracción teórica, sino constituye una “ideología” que trata de explicar post morten el Estado prusiano, conformando así el cuadro típico de la Alienación Política. Sabiendo que el Estado no es más que la creación del ser humano que depende de las fuerzas imaginativas de los mismos, las condiciones históricas y socioeconómicas de una sociedad, él mismo evidentemente refleja el carácter de la clase que maneja la estructura económica, es decir, el modo de producción y la forma de apropiación del sobreproducto social, el Estado ideal de la globalización es y debe serlo el Estado Burgués, alienante y represor.

El amor, la amistad, la valentía y la dignidad adicionados a una serie de sentidos comunes humanistas ya mencionados, son constantemente subyugados y distorsionados por esa alienación esparcida y violentamente inoculada, que alcanza su máximo grado en la percepción mercantil de valores ético-morales y en la muy particular y trascendente enajenación del trabajo, que es relacionada a la Alienación Económica. El trabajo, es la forma elemental en la cuál el hombre se relaciona con la naturaleza para subsistir y el ámbito en el que se desarrolla socialmente, pero la propiedad privada de los medios de producción separa al trabajador (que sólo posee su fuerza de trabajo) de la naturaleza, de los medios de trabajo, de su sustento y sus capacidades transformadoras. “La economía política parte del hecho de la propiedad privada y no la explica” (Engels), esto trae como consecuencia un tema que Marx expresa así: “el objeto producido por el trabajo del hombre -su producto- se le opone como algo ajeno, como un poder independiente de su productor,…..este producto es la objetivación del trabajo, que aparece como un despojo del objeto producido y como una esclavización a él; y a su vez la apropiación del producto por otros, surge como -alienación-”

El régimen de propiedad privada, la apropiación coercitiva del excedente social, en el marco de relaciones de poder en las que se eternizan la explotación y la subyugación al Cápital, que dicho sea de paso es producido por todos, promueve La Alienación Económica, en la que se reduce el trabajo a una mera mercancía, se deshumaniza al trabajador y obliga al trabajador a chocar una y otra vez con la terrible paradoja de producir cada vez más mercancías (valor) y poseer cada vez menos (desvalorizarse), el que labora produce una riqueza que no disfruta, crea belleza mientras él se estropea en el proceso.

Erich Fromm en La soledad del hombre, nos índica otra corriente alienante del trabajo, la Rutinización escribiendo: “cada vez más el trabajo se hace más repetitivo y automático, menos pensar e improvisar, requiere de menor creatividad, curiosidad e independencia, resultando en apatía, hastío, evasión, y rebeldía suprimida”. Éste, uno de los aspectos más crueles de un drama silente que se nos presenta en forma “natural”, lo vivimos a diario y se nos vende como destino unívoco de la sociedad globalizada que nos invita a apreciarlo con absoluta tranquilidad y conformidad. Pero, ¿siempre ha sido así? ¿La explotación es principio y fin de la sociedad, será inicio y desenlace de la humanidad

La infelicidad no puede ser perenne, la amargura, la hipocresía mercantil, el utilitarismo cobarde, el sentir al amor y a la simpatía como un atributo especial para venderse en el mercado debe pasar a la historia, como una manifestación nefasta. Sin amor no hay vida, si se mercantiliza aún más lo que queda de empatía, si la alienación en el hombre logra ser absoluta y cumple su objetivo terminal, nos podríamos preguntar ¿habrá seres humanos? Lo dudo.

“Un hombre representa al total de la humanidad y por ello es universal y libre”Carlos Marx
 

Última actualización el Lunes, 26 de Octubre de 2009 03:08