Otra vez Arizona a la cabeza del racismo y la xenofobia Imprimir
Sábado, 15 de Mayo de 2010 01:20

 

Emilio Marín / La Arena
Hasta en Ecuador protestan contra las leyes racistas aprobadas en EE UU. Además de los latinos que viven en Estados Unidos y sufrirán la nueva ley antiinmigrantes aprobada en Arizona, también los gobiernos latinoamericanos han protestado ante la norma. Rafael Correa, uno de los más firmes.

Este viernes habrá en Quito, Ecuador, una protesta callejera contra la ley antiinmigrante aprobada por Arizona, EE UU. Está convocada por dependencias del gobierno de Rafael Correa, como la Secretaría Nacional de Migrantes, en asociación con organizaciones sociales.

El presidente ecuatoriano declaró que esa norma legal es un "insulto a la dignidad humana", al hablar como todas las semanas desde el presidencial Palacio de Carondelet. Correa añadió: “es un insulto a la humanidad, criminalizar, meter preso a un inmigrante por no tener papeles, o sea, alguien que no tiene papeles, va a ser equivalente a alguien que asaltó con una pistola”.

El rechazo no se limitó a Ecuador. La Cumbre de Unasur, el 4 de mayo en las proximidades de Campana, Buenos Aires, se expidió en el mismo sentido. En la Declaración Final de esos presidentes, hubo un punto numerado 24, que sostenía: “Rechazan el contenido de la Ley SB 1070, de 23 de abril de 2010, de la Legislatura del Estado de Arizona, Estados Unidos de América, que tipifica como delito tanto la condición migratoria irregular, como el transportar y dar empleo a inmigrantes indocumentados. Dicha Ley ha generado profundas preocupaciones entre los ciudadanos latinoamericanos residentes en dicho país, por las evidentes consecuencias racistas que atentan contra el respeto de los derechos humanos”.

Tomar con tanto empeño esa reivindicación de los inmigrantes seguramente es uno de los motivos por los que incluso un mandatario tan pro-estadounidense como Felipe Calderón comparte espacio en Unasur. Es que la mayoría de los extranjeros que están siendo acosados en EE UU, y que de aquí en adelante lo serán mucho más, son mexicanos. También ecuatorianos, salvadoreños, guatemaltecos y de otras nacionalidades.
Los que logran pasar por esa frontera mexicana –pues muchísimos mueren en el intento- se hacen cargo de las tareas más duras y peor remuneradas en el agro, el servicio doméstico, la construcción y las fábricas. Esos son oficios que en general los norteamericanos no quieren para sí. Los “hispanos” o latinos los toman porque en sus países no encuentran trabajo o ganan mucho menos.

Y sin embargo, pretextando que esos extranjeros sirven a entrada de la delincuencia, el narcotráfico y hasta el terrorismo, en el imperio viene creciendo un sentimiento xenófobo. La ley 1070 es una cruda expresión. Fue firmada por la gobernadora republicana de Arizona, Jan Brewer y autoriza a la policía a detener a cualquier persona frente a una "duda razonable" sobre su estadía legal. Los inmigrantes que no tengan papeles podrán ser encarcelados hasta por seis meses y obligados a pagar una multa de 2.500 dólares. Lo que para la policía será “duda razonable”, el gobierno de Ecuador ha llamado “duda racista”.

De esos trámites se ocupaba un organismo federal como la “Migra”; ahora será la policía, lo que augura un trato más áspero con los latinos, en tanto la fuerza policial, con nuevas tareas, puede descuidar su función de seguridad.

Coletazos de la crisis
En el imperio siempre coexistió un doble discurso frente a la inmigración, pese a que el país en cierto sentido fue fruto de las primeras colonias (esto sin negar su población originaria indígena, masacrada).

Doble, porque por un lado se hace una propaganda sobre Norteamérica como tierra de promisión y libertad, de cuánto puede progresar una persona con su trabajo, nativa o extranjera. Y por el otro, se advierte el aumento de tendencias xenófobas, muy visiblemente desde setiembre de 2001, cuando tener un apellido islámico o un rostro afín lo hacía al portador ser sospechado por el FBI y la quincena de agencias de inteligencia, además de la relativa a migraciones.

En los últimos años esa persecución y discriminación se hizo más notable para con las personas de origen latino. En diciembre de 2005, en pleno gobierno de George Bush, se aprobó la propuesta del diputado republicano por Wisconsin, James Sensenbrenner: la Ley sobre Protección Fronteriza, Antiterrorismo y Control de la Migración Ilegal (HR4437). La “ley Sensenbrenner” planteaba construcción de un doble muro de 700 millas en Arizona, separando más a Sonora (México), con 6.000 agentes fronterizos. Los indocumentados pasaban a ser infractores de la ley y autores de un acto criminal, que ameritaba pena de prisión.

En ese momento, fines de 2005 y principios de 2006, esa iniciativa despertó la conciencia de millones de inmigrantes, que se reflejó en marchas multitudinarias en varias ciudades. Entre las más concurridas estuvieron las de Los Ángeles, Chicago, Denver y Nueva York, donde se veían carteles que decían: "Somos trabajadores, no criminales”.

En defensa de esas personas, Vicky Peláez escribió en El Diario de Nueva York: “anualmente los hispanos que vivimos aquí mandamos más de 56 mil millones de dólares a nuestros países y producimos una riqueza para la economía norteamericana de unos 2 millones de millones de dólares. Sin el dinero que genera el gigante compuesto por 12 millones de trabajadores tildados de ilegales y de otros 34 millones de hispanos legales, reventaría el país”.

La crisis económica mundial de 2008, con la quiebra del banco Lehman Brothers, pulverizó millones de puestos de trabajo en EE UU. Esto agudizó el sentimiento antiinmigrante, como si los laburantes extranjeros fueran los culpables del desempleo generado por Wall Street.

Si están en su casa…
Si algo le faltaba a los actos por el 1 de mayo pasado, fue el “empujón” dado por la provocación racista aprobada en Arizona una semana antes. Como en 2006, hubo numerosos actos y manifestaciones, sobre todo en ese estado y su capital, Phoenix, pero también en Nueva York, Los Ángeles y otras ciudades.
La ley promulgada por la gobernadora Brewer tiene la marca en el orillo de la derecha republicana y se ha convertido en un problema para Barack Obama. Es que éste había prometido una reforma migratoria generosa para aprobar en sus primeros cien días de mandato; incumplió esto como varios otros puntos (remember el cierre de la cárcel ilegal de Guantánamo).

Obama, presionado por la movida de los republicanos, se limitó a cuestionar tibiamente la normativa y dar directivas a su secretario de Justicia, Eric Holder, para analice “las repercusiones que esta legislación pueda tener en los derechos civiles”.

Una de dos: Obama impulsa una reforma migratoria en serio o quedará “pegado” a las políticas reaccionarias de los republicanos y de una buena parte de los mismos demócratas. Por lo pronto, con Obama aumentaron las deportaciones de inmigrantes: fueron 387.790 en 2009, frente a las 291.060 en 2007.
En tiempos de crisis económica el imperio muestra su peor rostro inhumano y antiinmigrante, los colmillos del aparato policial y patrullas fronterizas, sus milicias racistas Minuteman y sus muros del apartheid. Washington y sus aliados se cansaron de despotricar contra el Muro de Berlín, erigido por la entonces República Democrática Alemana contra las provocaciones y espionaje del lado occidental. Pero en el muro norteamericano de la frontera con México, muere un promedio de 400 personas o más cada año tratando de cruzarlo.

La Secretaría de Relaciones Exteriores del gobierno de México puntualizó en 2006, según un cable de Prensa Latina, que “2670 indocumentados mexicanos murieron durante el actual sexenio (2000-2006) al cruzar la frontera con Estados Unidos”. El reporte señala al estado de Arizona como el punto de cruce más peligroso porque allí murió casi la mitad de las víctimas. En el primer semestre de 2007 fallecieron otros 275. En Arizona está el desierto del Sásabe, sitio por donde cruzan muchos inmigrantes y una parte fallece. Ahora la ley SB 1070 hará más daño que Sásabe.

Un dato que hace más injusta la persecución es que la mayoría de los emigrantes es mexicana. ¿Y adónde tratan de ingresar? A mediados del siglo XIX, después de la invasión y la guerra de EE UU a México, pretextando la “independencia” de Texas, los yanquis se quedaron con Texas y los actuales estados de Arizona, California, Nevada, UTA y Nuevo México, más partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. El tarascón le arrancó el 55 por ciento de su territorio nacional. A 165 años de esa rapiña armada, a los mexicanos pobres y otros latinoamericanos los tratan como delincuentes por buscar ganarse la vida en lo que fueron sus propias tierras.