El secuestro de Elián Imprimir
Viernes, 20 de Agosto de 2010 23:21

Elián, ajeno, por su inocencia, al intenso drama.

Carlos Rivero Collado / Kaos en la Red

Un niño de cinco años fue hallado, en alta mar, flotando sobre una cámara de aire, al este de la Florida, a fines de noviembre de 1999. El niño provocó una guerra sin sangre entre Cuba y Miami.

(Nota: este artículo es parte del capítulo 7 de mi novela Danilo. El relato está narrado en tiempo presente, no en pasado como en casi todas las novelas. En el original, los pescadores estadounidenses hablan en inglés, pero he preferido poner ese diálogo en castellano para facilitar su lectura. La historia de Elián es, por supuesto, real, no ficticia)

1-. El niño de los delfines.

Un pescador que conduce una lancha observa un raro objeto que flota en la mar, a unas tres millas de la costa, al norte de Miami. Un delfín da un salto cerca del objeto y se sumerge, otra vez, en el agua. Otros delfines nadan, también, a su alrededor.

El pescador acelera la lancha y, al llegar a unos veinte metros de los delfines, se da cuenta que la cosa extraña es una cámara de aire y que, sobre uno de sus bordes, algo que parece una mano pequeña se mueve.

--¡Oye, creo que hay algo en esa cámara! –le dice Donato, el pescador que conduce la lancha, a Sam, otro pescador que le acompaña--.

--¿Adónde?

--En esa cámara, allí junto a los delfines

Donato acerca la lancha a la cámara de aire. Sam se quita los zapatos, se lanza al mar, llega hasta la cámara y ve que un niño está acostado sobre ella y atado con sogas. Tiene los ojos abiertos y mira con esa inerte mirada con que miran los muertos que no temen mirar más allá de la muerte.

Sam acerca la cámara al bote, desata al niño, lo alza en brazos y se lo entrega a Donato, quien lo coloca sobre el piso de la lancha y pone un oído sobre su pecho para ver si aún palpita, pues ya ni la mano que movía se mueve.

--¡Tenemos que llevarlo a un hospital ... rápido, rápido! --exclama Donato--.

--Vamos a llevarlo al Joe DiMaggio –dice Sam--.

--¿Tan lejos?

--Es mejor allí.

--¡Vamos! exclama Donato y acelera la lancha a su máxima velocidad--.

2-. La familia lejana se vuelve cercana.

Es el jueves 25 de noviembre de 1999.

Al día siguiente, cuando los suaves rayos del sol ya oculto se reflejan sobre las sombras del crepúsculo, el niño descansa aún en una cama del hospital, del que se habrá de ir antes de que llegue la noche.

Ya no mira con la fría languidez de la muerte, aunque sí con asombro, temor y tristeza. Lo rodean varias personas, entre ellas dos tíos-abuelos y una prima segunda, quienes viven en Miami e insisten en que el niño se vaya con ellos.

Varios reporteros de televisión aguardan la salida del niño para transmitir este caso insólito, pues se cree que ha sobrevivido en el frío mar del invierno por varios días.

El cálido nimbo de la fama envuelve ya a este frágil menor que unas horas antes flotaba en el océano con el aura de la muerte volando sobre él.

3-. La odisea

Dos sobrevivientes adultos del propio naufragio han sido recogidos cerca de Miami y han hecho la historia de esta nueva tragedia marítima, acaecida una semana después y a unas 120 millas al norte de la de Danilo.

A las 4 de la madrugada del domingo 21 de noviembre, catorce personas habían salido de Cárdenas, una pequeña ciudad costera que se halla a unos 130 kilometros al este de La Habana, en un ruinoso bote de unos quince pies de largo, de motor fuera de borda. El bote navegó bien hasta que, hallándose, según se cree, frente a Maratón, uno de los cayos del sur de la Florida, el motor se le dañó y la frágil embarcación quedó a la deriva, movida hacia el nordeste por la lenta Corriente del Golfo.

Así navegó por más de dos días. Varios yates les pasaron cerca y sus tripulantes vieron al inútil bote moviéndose con lentitud sobre las olas, pero no se detuvieron, a pesar de que los viajeros alzaban los brazos, gritaban y hacían banderas con sus ropas, que agitaban en lo alto.

Cuando estaban a unas millas de Cape Florida, en el extremo sur de Key Biscayne, a veinte millas al sureste de Miami, los sorprendió una tormenta. El bote empezó a llenarse de agua. El fuerte batir de las olas y la acción de los viajeros que, llenos de pánico, comenzaron a moverse a un lado y al otro, hundieron la embarcación.

Los náufragos se mantuvieron a flote por un tiempo, agarrados a tres grandes cámaras de aire que llevaban como salvavidas. Poco a poco, no pudiendo resistir el frío del agua, el vaivén de las olas y, tal vez, el ataque de los tiburones, fueron sucumbiendo, uno a uno, en la mar oscura y agitada.

El niño fue colocado por su madre en una de las cámaras de aire y amarrado con sogas. No fue presa del pánico, pues prefirió proteger a su hijo que salvarse. Su actitud fue, pues, heroica y serena, No tuvo que rasgarse el pecho hasta ensangrentarlo, como el pelícano hembra ante el hambre de su crío. Hizo más: se rasgó la vida.

Otra señora, ya mayor, estuvo agarrada a la cámara del niño, pero no pudo resistir la fuerza del mar y se ahogó. Su cadáver fue hallado unas horas después. No era su madre, pero actuó como tal, pues prefirió morir que sacar al niño de la cámara para subirse ella, lo que le hubiera sido fácil. De las catorce personas, o­nce murieron. Los otros dos sobrevivientes fueron atendidos en un hospital y están en buenas condiciones. Seis cuerpos han sido rescatados, pero no el de la madre del niño.

Usando una gorra de pelotero y mirando con una doliente expresión, el menor sale del hospital rumbo al hogar de sus familiares de Miami, mientras las sombras del anochecer dan paso al espectro de la noche.

4-. Un niño fuera de serie

El niño ha sobrevivido dos o tres días, sin una gota de agua, en el mar de calor diurno y frío nocturnal. Es, sin dudas, un niño sorprendente, de gran estamina aunque también de increíble serenidad, pues cualquier otro de tan tierna edad se hubiese aterrorizado y no habría podido mantenerse en calma tanto tiempo sobre la cámara de aire. Aunque estaba amarrado, sus movimientos de pánico la hubiesen volcado y habría quedado atrapado mortalmente por la cámara, las sogas y el mar.

Elián González, un niño que hasta hace unos días nadie conocía más allá de su familia y vecinos de Cárdenas, una pequeña ciudad costera que se halla a unos 140 kilometros al este de La Habana, salta a la fama, mientras que el famoso Danilo Duarte, que habia sobrevivido una tragedia similar unos días antes, se sumerge en las sombras del misterio y se oculta hasta de sus hijos.

5-. Crimen y nobleza

Elián no cree que su madre haya muerto y dice que un día aparecerá por algún lugar.

Al amarrar a su hijo a la cámara de aire, la madre se ahogó un rato después, pero no cerca de él, quizás con el deseo no sólo de salvarlo sino, además, de evitarle un trágico recuerdo. El niño no vio nada. La madre tal vez sonreía, con un rictus de amargura, al despedirse de su hijo para siempre. Le infundía confianza, o sea lo salvaba. Quizás en ese momento vislumbraba la terrible sombra de su crimen: salir del país por vía ilegal en un ruinoso bote que podia zozobrar en cualquier momento, sin tener el permiso del padre para llevarse a su hijo. La infeliz señora tuvo que haber sentido un grave remordimiento en aquellos terribles momentos en que se ahogaba.

La madre desapareció como una sombra más entre las sombras. Todo quedó como un remolino ignoto y silente, un espectro que surge de la noche y a la noche vuelve.

El niño tampoco había visto ahogarse a la señora algo vieja que había estado agarrada a su cámara de aire por varias horas: sólo la vio desaparecer como otra sombra más en las aguas revueltas, frías, tenebrosas.

6-. La disputa

La batalla por el menor, que había comenzado unos días después de su rescate, se recrudece. Juan Miguel, su padre, amparado en el derecho de familia, lo reclama desde Cárdenas. Sus familiares lejanos, con los que ahora vive el niño, dicen que debe quedarse a vivir en Estados Unidos, pues tal era el deseo de su madre, por el que dio la vida. Son argumentos fuertes; pero la ley y la razón están, por supuesto, del lado del padre.

Los dirigentes de la comunidad local apoyan a la familia de Miami y declaran que si el niño regresara a Cuba, estaría a merced de un sistema en que el Estado ejerce la patria potestad de los menores de edad y, además, no tendría futuro. Son los mismos que dicen que el gobierno de Cuba se va a caer muy pronto, o sea se contradicen a sí mismos, porque en tal caso, Elián sí tendría, según ellos, futuro en su patria.

El Gobierno Revolucionario declara que se ha secuestrado al niño, pues se le mantiene en contra de la voluntad del padre, quien, muerta la madre, es la única persona en el mundo que puede decidir por el menor, y que en cuarenta años de Revolución jamás se ha aprobado una ley que despoje a los padres de la patria potestad.

La familia de Miami aduce que en Cuba viviría bajo la pobreza económica; el padre declara que en Miami viviría bajo la miseria moral. La disputa por Elián se convierte en una guerra sin cuartel en que las palabras son más rápidas que las balas y los gritos hacen más ruido que las bombas.

El insólito caso se publica, con amplitud, en la prensa de todas las ciudades, de Lisboa a Wellington, de Helsinki a Punta Arenas. A las seis semanas del naufragio, Elián se ha convertido en el niño más famoso del mundo.

7-. El trofeo

Elián, niño al fin, se recupera. Todos lo besan, lo abrazan, lo complacen, quieren estar cerca de él. No es sólo un niño con suerte sino además con ángel, con carisma.

Un congresista federal le regala un perrito, negro también como la mar del recuerdo. Unas señoras que visten, también, de negro rondan día y noche la casa del niño y siempre andan detrás de las cámaras de televisión para decir alguna frase de apoyo a los tíos-abuelos y la prima segunda. El dueño de un colegio le concede una beca vitalicia y promete pagarle, también, los gastos de la universidad. Joe Carollo, alcalde de Miami, un pobre hombre que vive en guerra perenne con la cultura, se pone al frente de toda la algarabía y declara que desafiará a la autoridad federal si trata, por la fuerza, de devolverle el niño a su padre.

Entonces, cuando ya faltan pocos días para las fiestas navideñas, los familiares llevan al niño a Disneyworld, el plástico paraíso de las fantasías y las luces en que los elefantes vuelan, las princesas resucitan, los patos acumulan fortunas, los loros cantas operas y ... los presidentes, en forma de electrónicas estatuas de cera, hablan entre ellos de sus ideas y sus obras, pero no de sus inmensos crímenes. El niño se deslumbra. Ya ríe con fuerza. Su madre es una sombra; su padre, un recuerdo. ¿Los evoca con cariño? Por supuesto que sí, pero la memoria de los niños es simple y breve: les impresiona lo que ven y sienten no lo que sintieron ni vieron.

8-. La conciencia y la piel

Elián se convierte en el centro de todas las miradas y de todos los mimos. Su rostro, inocente y pálido, aparece en las pantallas de todos los televisores. A través del mundo, las personas se preguntan: ¿a quién pertenece el niño? ¿A su padre, que vive en su patria, al cabo de un decenio de crisis económica, o a la familia lejana, que habita en el imperio que es rico por las riquezas que le ha robado a las naciones que ha invadido o engañado.

El niño acaba de cumplir seis años. Nadie le habla de La Edad de Oro de Martí, ni de El Tesoro de la Juventud, ni de Cosette, ni de Fantina, ni de cómo nacen las flores ni mueren los insectos, ni de los milenarios secoyas de la Sierra Nevada, ni de los miles de niños que en el mundo mueren cada día de enfermedades curables que son causadas por el hambre. No, nadie le habla de nada de eso. Una cadena de oro reluce en su cuello tierno. Su mundo de ahora es el de la piel y el bolsillo. La familia de Miami apela a su epidermis; el padre, a su conciencia apela. La ley, fría, desapasionada, racional, decidirá su destino, pero aún nadie sabe cómo lo hará.

9-. El verso

Esa cadena de oro que

en su tierno cuello exhibe,

nada bueno vaticina

en el futuro de Elián.

Dejemos que el niño vuelva

a aquel sacrificio sano

y que no crezca tan vano,

con esa pompa en el cuello,

pues pudiera ser el fausto

el que le ponga cadenas

y que ya no sea él

quien use el oro,

sino que sea el oro

el que lo use a él.

10-. La mercancía

Tres días después de la falsa llegada del Siglo XXI, un juez de Inmigración decide que el único que puede tomar decisiones por Elián es su padre, Juan Miguel González Quintana, y ordena que el niño regrese a Cuba el 14 de enero; pero sus tíos-abuelos, Lázaro y Delfín, y su prima segunda, Marisleysis, apelan la decisión en una corte federal y la sentencia queda pendiente a revisión.

El Concilio Nacional de Iglesias logra que las abuelas del niño, Raquel y Mariela, viajen a Estados Unidos. En la lujosa mansión de la religiosa Jeanne O’Laughlin, rectora de Barry College, en Miami Beach, las abuelas pueden, al fin, abrazar al nieto querido (que una religiosa sea dueña de una amplísima mansión multimillonaria, en un condado en que tantas personas duermen en la calle, es algo que habría que analizar en otro contexto)

El caso de Elián es la noticia del día, como si fuese una guerra, no un drama familiar.

Una encuesta nacional, en Estados Unidos, arroja que el 70% de los entrevistados es partidario que el niño regrese a su padre y a su patria, pero en el sur de la Florida el mismo porcentaje de hispanos desea que se quede, lo que refleja una simétrica oposición entre Miami y el resto del país y el mundo.

Como si el niño fuese un producto de venta que haya llegado, súbitamente, a la fama, los vecinos más cercanos de la casa en que vive, la de Lázaro, comercializan el evento y alquilan sus patios, por cientos de dólares diarios, a las emisoras de televisión para que instalen sus equipos y le hagan publicidad a la mercancía.

El nuevo hogar de Elián no es el mejor para el niño. The New York Times publica que Lázaro y Delfin habían sido arrestados, en Miami, unos meses antes, por conducir en estado de embriaguez (por lo regular cuando ya la policía llega a arrestar a un chofer ebrio es porque lleva bastante tiempo manejando en ese estado). Un primo segundo del niño, José Cid, hijo de su tía-abuela Georgina, ha sido condenado a trece años de presidio por ladrón.

En Cuba, millones de personas marchan reclamando el regreso del niño. Ha comenzado La Batalla de Ideas, que aún perdura.

11-. El proceso

La disputa por Elián ha ido agravándose hasta convertirse en un escándalo mundial de alcance inaudito.

A principios de marzo, un juez decide que el niño no puede pedir asilo porque es menor de edad y ratifica la decisión que dos meses antes habían tomado las autoridades de Inmigración. Lázaro González, el tío-abuelo que se ha arrogado los derechos de padre, y su hija Marisleysis, que se ha convertido en su 'madre' temporal, acuden al o­nceno Distrito de Apelaciones, con sede en Atlanta.

El 6 de abril, Juan Miguel llega a Washington, en compañía de su esposa –se había divorciado unos años antes de la madre de Elián-- y su pequeño hijo, de unos meses de nacido.

Las autoridades de Inmigración fijan el 13 de abril como fecha límite para que Lázaro entregue el niño en el Aeropuerto de Opa Locka, en Miami. El tío-abuelo adopta la pose típica del guapo de barrio y, ante las cámaras de televisión, gesticulando con ambos brazos, exclama:

--¡Yo no voy a Opa Looooocka ni a Palo Loooooca, vaaaaaya!

Un mecánico de automóviles, con una instrucción a nivel de segundo grado de enseñanza primaria que, tal vez, no tenga ni un cuchillo con buen filo en la cocina de su casa, trata de intimidar con fiero gesto al imperio más feroz de la historia

Última actualización el Sábado, 21 de Agosto de 2010 03:52