Muertos de humo, muertos de miseria Imprimir
Domingo, 28 de Noviembre de 2010 23:54

 

Ramón Lobo / Aguas Internacionales 

El tabaco pasivo mata a 600.000 personas cada año. La pobreza mata a 22.000 niños cada día; 154.000 por semana; 660.000 al mes; 8.030.000 al año. Mueren más niños al mes de miseria que personas por tabaco pasivo al año.

 La mayoría de los países endurecen sus leyes contra el tabaco. No existen leyes contra la pobreza, pero sí hay leyes a favor del hambre: las leyes proteccionistas de la agricultura europea y de EEUU.

Los misérrimos no echan humo ni respiran tabaco. En ciudades como Lagos, Kinshasa, Johanesburgo, Luanda o Jartúm respiran contaminación. O criminalidad empresarial, como en Bhopal, India.

En África solo fuman los habitantes de las ciudades que quieren imitar al hombre blanco. Creen que fumar es síntoma de primermundismo, de superioridad social. Allí no hay problemas con los fumadores pasivos porque estos suelen morirse antes de contaminarse. Les mata el sida, la malaria, las diarreas, las infecciones respiratorias, las guerras y sobre todo les mata el hambre. Los muy pobres no fuman, no huelen a tabaco, los muy pobres solo se mueren. Fumar también es de ricos. La mitad de los habitantes del planeta vive con menos de 2,5 dólares al día (1,86 euros).

Un tercio de la población mundial vive con menos de un dólar al día, 0,74 euros, la mitad de lo que cuesta en Madrid un café. En las aldeas no se fuma. Las mujeres se levantan con el sol, o antes, y caminan horas para conseguir un agua que es más insalubre que la de nuestros váteres.

El mayor número de personas que vive con menos de un dólar se encuentra en Madagascar, Sierra Leona, Burundi, Gambia, Níger, Zambia, República Centroafricana, Nigeria y Malí. Entre 1981 y 2001 aumentó en un 93% el número de personas que vive en África con menos de un dólar.

Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) son claros: el humo del vecino mata. Un tercio de los muertos por tabaco pasivo son niños (165.000 al año) y mujeres (281.000). El problema se concentra en Europa y Asia. Algo menos en América, sobre todo en EEUU con sus leyes antitabaco, el Este del Mediterráneo y África.

En Oriente Próximo se fuma bastante. En Afganistán, muy poco. En un país como Afganistán en el que te puedes morir de todo, de ser afgano, por ejemplo, estalló una histeria colectiva (sobre todo en Kabul) con la gripe A. Se vendieron más máscarillas que panes. En Irak se fuma por los codos. Antes, con Sadam Husein, y después, con la ocupación estadounidense. Con Husein mataba pensar, ser kurdo o chií. Con las tropas norteamericanas se muere de haber sido liberado. Fuma la gente que no sabe que fumar mata. Fuma la gente que no le importa morir.

El fumador fuma y no ve al no fumador, le ahúma, le enferma. Exige derechos. Pero nadie, fumadores y no fumadores, ve la injusticia, la explotación y el hambre. El verdadero hambre no se ve, solo se padece. Nadie se rebela contra los fabricantes del hambre. Los hambrientos son fumadores pasivos de nuestra riqueza.