Libia y la guerra entre demonios: El enemigo de mi enemigo no siempre será mi amigo Imprimir
Domingo, 20 de Marzo de 2011 23:25

Flavio Dalostto

La ciudad rebelde de Bengasi y el resto de los sectores alzados contra el dictador Gadafi han rogado a los imperios occidentales (Francia, Reino Unido y Estados Unidos) que intervengan.

La ciudad rebelde de Bengasi y el resto de los sectores alzados contra el dictador Gadafi han rogado a los imperios occidentales (Francia, Reino Unido y Estados Unidos) que intervengan en el conflicto libio, para evitar que Gadafi los siga bombardeando con la lógica chorrera de muertos, mutilados, heridos y vaporizados por el régimen, cuyo número no se puede cuantificar, a los que se sumarán los "daños colaterales" que provocará Occidente con su zona de exclusión aérea.

Los rebeldes, mal armados y mal entrenados, llevaban logicamente las de perder; frente al ejército profesional de Gadafi y sus miles de mercenarios contratados principalmente a su estado satélite de Chad. Mientras el combate fue terrestre, las cosas no solo iban empatadas, sino que había una clara tendencia a la victoria rebelde; pero cuando entraron en acción los bombarderos del régimen, la suerte estaba echada. Gadafi vencería, sobre el holocausto de sus opositores y ciudades enteras. A menos, que alguien de verdad crea que Gadafi y sus hijos "perdonarían" a los alzados con un generoso indulto. Esto jamás iba a suceder. Solo un genocidio ejecutado friamente por el dictador ególatra.

Los bengasíes, ante el avance fatal del ejército de Gadafi precedido siempre por sus bombardeos aéreos, hicieron lo mismo que aconseja la lógica militar de Hugo Chávez "El enemigo de mi enemigo es mi amigo". Francia es enemiga (ahora) de Gadafi. ergo, Francia es amiga de Bengasi. así fue, como con la misma lógica de Chávez que invitó a la vergonzosa cumbre Africana-Sudamericana, a una caterva de genocidas africanos, simplemente porque no son "amigos" de Obama; los bengasíes y otros rebeldes reclamaron lo único que les quedaba a la mano: Que el Diablo los proteja de Lucifer. Los bengasíes no encontraron otra salida: O eran eliminados por Gadafi o aceptaban al "salvador" euro-norteamericano.

La propuesta de Paz de Chávez, que si se hubiera ejecutado, podría haber parado la guerra interna libia, no tuvo eco porque el presidente venezolano no era un candidato neutral. ¿Cómo iba a interceder entre dos facciones, quien se declaró abiertamente amigo de una de ellas? Si Hugo Chávez, desde el comienzo del conflicto, en vez de guardar silencio, hubiese condenado las acciones de Gadafi tanto como las intervenciones de Occidente, se hubiese erigido en un valioso actor con prestigio para interceder en la crisis del país africano. No fue así, y Chávez perdió la oportunidad de demostrar que la Alianza del Socialismo del siglo 21 es con los Pueblos y no con sus dictadores. Esta actitud, a la que se sumaron Ortega y Fidel, desprestigió al ALBA y a la cadena de noticias "alternativa" Telesur; que al igual que las grandes cadenas de comunicación imperiales, asesinaron la Verdad para asegurar sus mezquinos intereses geopolíticos. Solo Correa y Evo salvaron la dignidad del ALBA, rechazando la intervención extranjera; pero reclamando al Gobierno y Pueblo Libios (con ésto admitían que no eran no mismo), encontrar una solución pacífica al conflicto.

Ésta errónea asimilación que hicieron Chávez y Ortega de los Procesos de Emancipación sudamericana (Bolivar, Sandino) y de los Procesos de Cambio Latinoamericanos (Venezuela, Ecuador, y Bolivia) con el régimen de Libia, logró lo que los enemigos de los Pueblos y secuaces del Imperio querían: crear en el imaginario mediático un paralelismo Chávez-Gadafi, que por supuesto no existe; pero que Chávez se empeñó torpemente en abonar antes que estallase la Rebelión Popular libia. Le guste a quien le guste, y al que no le guste que se rasque, Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales son presidentes latinoamericanos elegidos democráticamente por sus Pueblos, vía elecciones; y hasta confirmados con Referéndum y Plebiscitos. Sus políticas, con todos sus errores, han tendido a tratar de distribuir más equitativamente las riquezas de sus países y a despegarse de la dependencia e influencia norteamericana. No son dictadores, sino caudillos fuertes elegidos por sus naciones para representarlos. Muy por contrario, Alí, Mubarak, Gadafi, Saleh y otros, no son más que criminales enquistados en el poder, que nadie eligió y que se venían perpetuando con sistemas políticos sanguinarios, no existiendo la menor manera de saber si eran elegidos, ratificados, plebiscitados, etc. Arruinaron a la juventud de sus países, a la que condenaron al desempleo y TODOS fueron funcionales a los Imperios, incluido Gadafi el "gran socio" de Occidente.Y otra gran diferencia: Ni Chávez, ni Correa, ni Evo utilizaron su poder militar para bombardear ni a los golpistas de 2002 en Caracas, ni al separatismo de la falsa "Medialuna" boliviana en 2008 ni al secuestro del presidente ecuatoriano en 2010 por la asonada policial. Los dictadores magrebíes asesinan cientos, miles de compatriotas como si fueran moscas, sin que se les mueva una pestaña. Ver lo contrario, es ver lo que uno quiere ver y no lo que es, del mismo modo que Chávez pretendió ver en Gadafi ¡a Bolivar!

Conclusión: "El enemigo de mi enemigo no siempre será mi amigo". Y también "Los malos no tienen amigos".

¡Fuera Gadafi y los Imperios del Suelo y Cielo libios!
¡Vivan las Revoluciones Populares Árabes y Bereberes!

Última actualización el Domingo, 20 de Marzo de 2011 23:36